martes, 18 de octubre de 2011

Capitulo 2.

· Ocho años ·



-Señora Kaulitz, por favor tome asiento -indicó el profesor de los mellizos, mientras se sentaba en su escritorio.

Simone hizo un ligero gesto de desagrado al ser llamada "Sra. Kaulitz"; el divorcio había finalizado meses atrás, pero no dijo nada. Estaba cansada de explicarse ella misma y su situación a extraños.

-Supongo que se estará preguntando por qué le pedí que viniera hoy -dijo el profesor.

-Espero que no sea algo malo -respondió Simone, estrujando sus manos.

El profesor sonrió y aseguró: -Usted tiene dos hijos brillantes y especiales.

Ella suspiró en alivio.

-Gracias, pero no creo que eso sea lo que quiera decirme.

-Samantha y Thomas están rindiendo muy bien para su edad, academicamente quiero decir.. es la parte social en la que estoy un tanto preocupado. ¿Ha notado que tienden a estar un poco… demasiado unidos?

-Sí, son muy cercanos; siempre lo han sido -contestó Simone-. ¿Ese es un problema?

-Creo que es maravilloso que trabajen tan bien juntos y se lleven bien. El problema es que ellos no están interactuando con los demás, y usted sabe que los niños pueden ser crueles.

-¿Están molestando a alguno de mis hijos? -preguntó Simone-. ¿A Sam?

-No, nada de eso. Son los otros niños los que no entienden la relación especial de los mellizos.

-¿Especial? No estoy segura de entender qué quiere decir con eso. -Simone pensó en todas las veces que atrapó a Sam y Tom sentados en la oscuridad; y en la vez que los vio besándose. Su estómago se revolvió.

-Se cojen de la mano, por ejemplo -respondió el profesor-. En sí es normal, muy bonito, pero los niños de la clase…

-Oh -dijo Simone, parpadeando
-No es algo que perturbe la clase, estoy más preocupado por los sentimientos y bienestar de sus hijos. No quiero ser molesto, pero…

-Estoy feliz de que me llamara -interrumpió suspirando, Simone-. Sin darle muchos detalles, quiero decirle que ha habido algunos problemas en casa.

-¿Sí? -Simone frunció el ceño.

-El divorcio fue difícil para ellos, nunca quise que su comportamiento se pusiera extraño.

-Entiendo -El profesor se detuvo, y un silencio incómodo siguió.

-Voy a hablar con ellos -dijo Simone, tratando de controlar las sensaciones de su estómago-. Tal vez puedan… expresarse solo en la casa.

El profesor asintió.

-No quiero que sean blancos de nada.

-¿Qué más hacen aparte de tomarse de la mano? -preguntó Simone.

-Bueno -murmuró en respuesta y bajó la mirada-, supongo que más que todo es la forma en la que se miran, como si solo existieron el uno para el otro; que se tomen de la mano es la única cosa física.

Simone se sintió aliviada.

-Voy a hablar con ellos -repitió.

-Está bien. Creo que hemos terminado aquí, a menos que tenga alguna otra pregunta de lo que están haciendo.

-No -dijo ella, moviendo su cabeza y levantándose-. Le llamaré si algo sucede.

Se despidieron y Simone se marchó sintiéndose casi paralizada. No había sido su imaginación, otras personas lo habían notado. No sabía que hacer o qué decirle a sus hijos. Ambos estaban tan encariñados el uno con el otro, y no pensaba que eso era algo malo. Lo que tenían era hermoso... un poco extraño, quizá.

Debía de hablar con ellos acerca de eso más tarde.

-Samantha, ponte tu pijama-dijo Simone, sentándose en la cama de Tom y ayudándole a encerar sus rastas. Tom había insistido en ponerse así el pelo despues de ver a uno de los compañeros de grupo de Gordon llevando ese estilo. Su primera reacción había sido negarse, sin embargo, Gordon y Tom le habían convencido.

Sam se quejó mientras tiraba de su pantalón.

-¡Mamá, préstame atención!

-Un momento, Sammy -respondió Simone con tono cariñoso. Tom río sin malicia.

-Sammy -repitió con ganas de molestar. Su hermana frunció el ceño.

-Tommy- respondió ella sacandole la lengua.

-Basta -dijo Simone pasando los dedos por el pelo enmarañado de Tom-. Sam, acuestate ya.

-No puedo -contestó Sam haciendo un puchero-. Ni siquiera estoy cansada.

-Yo sí estoy cansado -comentó Tom y se encogió de dolor cuando su madre tiró de una de sus rastas-. ¡Mamá!

-Tú fuiste el que quiso las rastas -dijo Simone con recelo. Terminó con el bote de cera y lo puso en la mesita que estaba entre las camas de los mellizos-. Bien, hora de acostarse.

-¿Nos estás arropando? -preguntó Sam-. Ya no lo hacías desde hacía tiempo.

-Esta noche lo estoy haciendo -dijo Simone con suavidad-. Sammy, ven aquí, siéntate en la cama de Tom.

Sam brincó y se sentó al estilo indio en la parte inferior de la cama de su hermano. Tom se movió para acercárse a su hermana pero Simone se posicionó entre ellos.

-Niños- comenzó a decir nerviosamente -Quiero hablar con vosotros sobre algo.

-¿De qué?- preguntó Tom bostezando

-¿Nos hemos metido en algún problema? -preguntó Sam mordiendo su labio inferior, Simone negó con la cabeza.

-No es nada eso -contestó calmadamente-. Solo quiero hablar con vosotros sobre… como os queréis el uno al otro. -Sam y Tom intercambiaron miradas confusas.

-Yo quiero mucho a Sam -dijo Tom, inflando el pecho un poco.

-Por supuesto que lo haces, cariño -aclaró ella-. Está bien que os queráis tanto cómo lo hacéis, quiero que sepáis eso.

-Estoy enamorada de Tom -dijo Sam de pronto, mirando a su madre en busca de aprobación, Simone frunció el ceño y acarició la mejilla de su pequeña hija.

-No, Sam, no lo estás, únicamente le quieres mucho.

-Amo a Tom así como Gordon y tú os amáis, vosotros estáis enamorados -quiso saber Sam, su voz algo tensa-. ¿Verdad?

La boca de Simone se secó un poco; no sabía como explicar las diferentes clases de amor.

-Gordon y yo nos amamos como lo hacen las parejas -dijo, lentamente-. Así como amas a alguien con quien quieres estar para siempre.

-Yo quiero estar con Tom para siempre -replicó Samantha, frunciendo el ceño.

-Sí, lo sé -contestó Simone-. Quiero decir, nosotros nos amamos como dos personas que quieren casarse.

-¿Cómo papá y tú? -preguntó Tom. Él estaba mirando fijamente el suelo con el entrecejo fruncido.

-Sí.

-¿Entonces por qué se fue si vosotros os amabais? -preguntó Sam.

-Cariño, todo eso es muy complicado -dijo-. Vosotros dos nunca váis a abandonaros… ¿verdad?

-No -dijo Tom, muy serio-. Estoy enamorado de Sam. -Simone suspiró y sacudió la cabeza de nuevo.

-Sois hermanos, y los hermanos no se enamoran.

-¿Por qué? -preguntó Sam.

-Lo estoy -afirmó Tom, confuso-. Sé que lo estoy porque es en serio.

Simone frotó el hombro de Tom.

-Sé que estás hablando en serio, cariño. Estoy feliz de que os tengáis el uno al otro pero tenéis que saber que no todos entienden… Es decir, no quiero que os separéis ni nada. Sé que han sido un par de años difíciles.

-Tommy ha cuidado de mí -dijo Sam cabizbaja-. ¿Se supone que no debe hacerlo?

-Oh, Sammy -susurró Simone, su corazón rompiéndose. Atrajo a su hija para abrazarla y estrujarla fuerte contra su pecho-. No sé como explicaros que lo que estáis haciendo está mal.

-¿Mal? -repitió Tom poniendo una mueca de espanto. Simone se mordió labio con nerviosismo, no había querido expresarlo de esa manera, sin embargo, en el fondo, sí había querido decir eso.

-Realmente no sé qué decir... No puedes besar a tu hermana en los labios, Tom. -Las mejillas de Tom se enrojecieron.

-¿Qué?

-No puedes besar a Samantha en los labios -repitió Simone. Tom agachó la cabeza-. ¿De acuerdo?

-Está bien -murmuró Tom. Sam hizo un puchero.

-¿Por qué no puede?

-Porque se supone que los hermanos no hacen eso -respondió ella, tratando de darle sentido sus palabras-. Pero pueden besarse en la mejillas, eso está bien, niños. También podéis abrazaros y cojeros de las manos pero es mejor si lo hacéis solamente en casa.-Se sentía terrible diciéndole eso a sus hijos, terrible mientras veía sus caras de obvia culpa.

-No quiero hacerlo si está mal -susurró Samantha-. No quiero que estés enfadada conmigo.

Simone cojió una de las manos de Sam y otra de Tom, y las puso juntas.

-Está bien -dijo pacientemente-. Únicamente no quiero que la gente os mire y piense que estáis haciendo algo malo, nadie fuera de esta casa entiende… Tenéis que saber que las personas son crueles y Sam, Tom no puede protegerte de todo.

-Sí puedo -dijo Tom, su mentón tamblaba levemente y una lágrima cayó desde un lado de su ojo, Simone apretujó sus manos juntas.

-Escucharme -les pidió-. No dejéis de quereros el uno al otro. No dejéis de ser cariñosos. Pero de ahora en adelante, por favor, solo hacer esas cosas aquí. -Y con una mueca de dolor, añadió-: Si sentís que queréis, um, besaros… hacedlo en las mejillas. Los hermanos se besan en las mejillas.

Sam estaba temblando, con los ojos muy abiertos y húmedos.

-¿Mamá, estás enfadada con nosotros? pareces triste.

-No- respondió Simone -Sólo no quiero que nadie les haga daño a mis pequeños. -Tom no dijo nada a eso. Simone mantuvo sus manos juntas un rato más y se levantó, besándo a ambos en la cabeza-. Buenas noches, niños.

Samantha asintió y Tom murmuró: -Buenas noches.

Cuando su madre apagó las luces y cerró la puerta, Sam y Tom se sentaron en silencio, unos minutos.

-Sam.

-¿Sí?

-Creo que todavía estoy enamorado de ti.

Sam frunció el ceño y fue hacia su cama.

-Mamá ha dicho que no lo estabas.

-Lo sé… Pero lo estoy. -Tom se tapó con las mantas y miró el techo-. Por lo menos eso creo.

-No quiero que mamá esté enfadada -dijo Sam.

-No tiene que saber nada -fue la respuesta de Tom-. Si no lo sabe, no puede enfadarse.

-Pero ella ha dicho que estaba mal. -Tom se levantó se sentó en la cama se su hermana.

-¿Escuchas siempre lo que mamá dice?

Sama se dió la vuelta, enfrentando a su hermano.

-Sí.

-Tal vez no debas. Quiero darte el beso de buenas noches, solo quiero hacerlo. -Tom se inclinó hacia delante e intentó depositar un beso en los labios de Sam, pero su hermana giró su cabeza y los labios de Tom rozaron la mejilla de Sam-. ¿Sam?

-Así es como se besan los hermanos -dijo ella.

-Pero quiero besarte como se besan mamá y Gordon -susurró Tom-. Así es como te amo, Sam. Mamá no sabe lo que siento.

-Ella siempre lo sabe todo.

-Yo cuido de tí -dijo Tom-. Siempre.

-Pero mamá… -Las manos de Tom tocaron las mejillas de su hermana con suavidad, así como su madre siempre lo hacía.

-Solo… no se le cuentes a mamá.

Sam asintió y giró su cabeza para mirar a Tom. Levantó una mano y pasó los dedos por la mejilla de Tom, cuidadosa como nadie y su hermano sonrió. Estaba oscuro, pero había una estela de luz proveniente de la ventana y Sam podía ver las sombras en el rostro de Tom.

-Tommy -susurró.

-Shh -le respondió Tom. Besó los labios de su hermana cuidadosa y lentamente, y entonces se separó de ella-. Buenas noches.

Sam observó como Tom se levantaba y se dirigía a su propia cama.

-¿Tommy? -dijo de nuevo.

-¿Sí?

-Vuelve- respondió Sam, con suavidad-. Quédate conmigo, tengo miedo.

-No tengas miedo -dijo Tom, pero de todas formas volvió hacia la cama de su hermana y saltó hacia ella-. No voy a dejar que nada te haga daño.

Sam asintió. Ambos sonrieron antes de acomodarse y quedarse dormidos, Sam sobre el pecho de su mellizo.



· Diez años ·


-Mira eso -dijo Sam con los ojos muy abiertos mientras miraba la televisión. Tiró de una de las rastas a la que estaba echándole cera y Tom gruñó adolorido-. Lo siento, pero… uh…

Era bastante tarde y estaban levantados, incluso aunque tuvieran escuela al día siguiente, viendo los canales que su madre seguía olvidando cancelar; y no importaba porque Gordon, ahora su padrastro, y ella, habían ido a cenar con unos vecinos. Tom estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y Sam estaba detrás de él, en el sillón, con sus piernas a cada lado del cuerpo de su hermano.

-Wow, mira como se besan -dijo Tom-. No puedo esperar para besar a una chica así. Nunca he besado a nadie. -Sam tiró del una de las rastas de Tom a propósito-. ¡Ouch!

-Me has besado a mí, estúpido -comentó Sam, sonriendo de lado-. Y solo tenemos diez años, así que no deberías besar a chicas de ese modo.

-Eso es lo que mamá dice -respondió Tom-. Además, no te he besado así, solo es un beso de buenas noches. -Apuntó la televisión donde se veía a dos personas muy cerca que estaban chupándose mutuamente la cara-. Eso es un beso real. Observa, hay lenguas y toda esa mierda.

-Parece grotesco -dijo Sam, enceró una rasta más, apartando el bote de cera, y dio una palmadita en la cabeza de Tom-. No quieres hacer eso.

-Uh… sí quiero hacerlo.

-¿Por qué? parece húmedo.

-Húmedo está bien -dijo Tom, riendo.

-Hm… -Las manos de Sam acariciaron el cuello de Tom, presionando suavemente. Tom gimió con el toque. Sam nunca podía sentarse con Tom y no tocarle, era imposible. Y a Tom le encataba eso.

-Dame un masaje.

-¿Te duele? -preguntó ella, con un poco de preocupación en la voz-. ¿Es porque anoche te pateé fuera de la cama?

-Quizá -contestó Tom-. Quizá ya no vaya a dormir contigo y los monstruos te vayan a comer -Ambos rieron.

-Tienes que dormir conmigo porque me amas -dijo Sam, poniéndose seria de repente. Tom se giró moviendo las piernas de Sam en el proceso.

-No voy a dejar de dormir contigo, solo estaba bromeando -contestó. Tomó la mano de su hermana y la apretó-. ¿Vale?

Sam sonrió.

-A mamá le gustaría que lo hicieras.

Tom puso los ojos en blanco y centró su atención de nuevo en la pantalla de la TV. Las manos de Sam todavía estaban moviéndose por su cuello y hombro, y sintió las piernas de su hermana a sus costados, más cerca. Tom se inclinó hacia atrás, descansado su cabeza en el estómago plano de Samantha.

-Mira eso -murmuró Tom-. Parece que ni siquiera van a separarse a respirar. -La pareja que esta besándose en la televisión hacía que en el estómago de Tom aparecieran mariposas.

Sam ladeó su cabeza, mirand a la televisión.

-Supongo que están respirando uno del otro, tal vez. -Tom pellizcó la pierna de su hermana.

-No puedes respirar por otro, tonta.

-Oye -contestó Sam-. Sólo era una suposición.

Tom se acurrucó más contra Sam, tomó uno de sus mechones de pelo y lo empezó a enrrollarlo en su dedo indice, dulce y delicadamente. Sam suspiró contenta y apoyó su cabeza contra el hombro de su hermano.

-Tal vez podamos intentar eso -dijo Sam con suavidad-. Solo una vez, así podrás ver como es.

Tom acercó su cara hasta apenas tenerla unos pocos centímetros de la de Sam.

-¿En serio? -cuestionó, ella asintió-. No sé si podrás hacerlo así -dijo Tom, señalando con la cabeza la televisión.

-Puedo hacerlo mejor.

Tom alzó sus cejas.

-¿Ah sí?

Sam sonrió ampliamente y se puso de rodillas, posicionándose en el regazo de Tom, una pierna a cada lado. Los ojos de Tom se abrieron de sobremanera y puso sus manos en la estrecha cintura de su hermana.

-¿Ves? -susurró Sam-. No es tan difícil.

-No lo has hecho aún.

Sam al principio besó sus labios suavemente, como lo hacían cuando era la hora de acostarse, entonces sacó su lengua, apenas rozando la el labio inferior de su hermano. Tom cogió los hombros de Sam y la acostó en el sofá posicionadonse encima de ella.

-Tom, se supone que…

En respuesta, Tom presionó su lengua dentro de la boca de Sam y ambos gimieron. Era húmedo, caliente, y sabroso... se apartaron con un jadeo.

-Quiero… otra vez -pidió Sam.

-¿Sí?

Tom se inclinó hacia delante y Sam asintió. Sus labios se conectaron, con ansia esta vez y Tom recorrió con sus manos la espalda de su hermana, depositándolas justo encima de su cadera. Sam jadeó y abrió la boca invitando a la lengua de Tom, cerró los ojos, como recordaba hacer visto hacerlo a las personas por TV, y elevó su cabeza para que sus labios estuvieran en mejor posición. Tom lamió el borde del labio de Sam, y ésta se sacudió, arrugando la nariz y sonriendo.

-Tommy -susurró Sam-¿cómo sabías que lo hacían así?

-No lo sé, solo quería hacerlo -respondió Tom con tranquilidad-. ¿Otra vez?

-Sí.

Sam se acercó más, su pecho contra el de Tom mientras su él agarraba sus muslos. Nunca habían estado tan cerca antes y estaban excitados y atemorizados. Tom chupó la lengua de Sam dentro de su boca haciendo que gimiera.

-Uhh, Tom.

Sam sonrió y abrazó fuertemente a Tom, escondiendo su rostro en el cuello de su hermano.

-Así- susurró aun en su cuello -es como deberíamos besarnos de ahora en adelante.

Tom se apartó un poco y tomó con sus manos la cara de Sam.

-He cambiado de opinión -comentó con tranquilidad-. Solo tú, no quiero besar a nadie más… Solo a ti.

-Bien. -Sam sonrió ampliamente en respuesta.



Sam suspiró profundamente, moviendose por enésima vez para intentar encontrar la postura adecuada, sintió unas manos moviéndose de arriba a abajo por sus brazos, tranquilizándola, se dió la vuelta quedando cara a cara con su mellizo.

-Te mueves demasiado -susurró Tom.

-No estoy cansada -contestó Sam, pegando sus narices. Besó los labios de Tom con suavidad, lamiendo alrededor de la boca. Había pasado un mes desde que se daban más que un simple beso de buenas noches, y ahora raras veces dormían sin la compañía del otro.

-Mejor descansa ahora -dijo Tom-. Te vi durmiendo en Francés.

-Francés apesta. -Ambos rieron. Tom atrapó con un brazo la cintura de Sam y se acercó más a ella.

-Sí, Francés apesta.

-¿Beso de película? -preguntó. Tom sonrió y besó a su hermana profunda y lentamente, frotando su espalda. Sam jadeó ante el agarre de Tom, sintiendo los dedos de sus pies encogerse-. Estamos volviéndonos muy buenos en esto -comentó, apegándose a Tom-. ¿Te gusta?

-¿Tú qué crees?- preguntó Tom sonriendo provocativamente.

-No lo sé -contestó sonriendo.

Tom apretó otra vez su cintura y la empujó para que quedara boca arriba en la cama, se echó encima de ella y la besó profundamente. Adoraban jugar así, les encantaban las sensaciones suaves, cálidas de las chispas en sus estómagos. Aún eran muy jóvenes para entender lo que estaban sintiendo, lo que estaban haciendo. Todo lo que sabían era que les gustaba y que no podían decirselo a su madre. Ella nunca lo podría saber.

-Tommy -susurró Sam, sintiendo a Tom moviéndose contra su cuerpo-. Tom, para.

-¿Porqué?

Sam miró a su hermano con los ojos muy abiertos, sentía su estómago muy caliente y los dedos de sus pies casi se estaban acalambrando de lo bien que se sentía.

-No lo sé. -Se deslizó por un lado, saliendo de debajo de Tom-. Échate aquí, a mi lado.

Tom se sintió confuso, su propio estómago se sentía revuelto, pero se tranquilizó y se acostó al lado de su melliza mirando fijamente el techo.

-Eso ha sido raro.

-Estoy cansada ahora -dijo Sam, sonriendo un poco-. Has echo que sintiera algo raro en el estómago-

-Creo que eso está bien. -Tom besó el mentón de Sam-. A mí también ha pasado.

Tom apartó el pelo de su cara y se movió para estar más cerca de su ella mientras sonreía en la oscuridad.

-Buenas noches, Sam.

-Buenas noches.



· Doce años ·


Simone estaba en la cocina esperando que los mellizos volvieran del colegio. Estaba pegada al borde del fregadero, concentrada en el agua caliente que caía sobre los platos. Su cabeza estaba hecha un lío porque tenía que hablarles a sus hijos sobre algo. Le frustraba saber que a otros hermanos de doce años les gustaría lo que iba a decir, pero Sam y Tom…

Pensó en el último par de años, en las cosas que accidentalmente había visto. Nada había sido excesivamente alarmante, pero sabía que algo extraño pasaba.

Ese era el único modo en el que podía controlarlos, controlar lo que quizá estuvieran haciendo o no.

Como si de una señal se tratara, la puerta se abrió y sus hijos entraron, caminando con sus manos juntas

-¿Chicos? -De inmediato Tom soltó la mano de Sam y miró al suelo. Simone frunció el ceño y cerró el grifo-. Sentaros porfavor.

Ambos se sentaron, parecían desanimados, como si supieran que era lo que vendría a continuación.

-Solo le estaba cojiendo de la mano -dijo Tom, sin mirar a su madre-. Nadie nos ha visto.

Simone movió su cabeza de un lado a otro.

-Eso no era de lo que quería hablarles.

Tom, al parecer, suspiró de alivio ante sus palabras.

-¿Entonces?

-¿Estamos en problemas de nuevo?- preguntó esta vez Samantha.

-No, es algo bueno -dijo ella, tratando de mantenerse positiva-. Gordon y yo hemos estado pensando que los dos estáis creciendo muy rápido, ya sois unos adolescentes que están sufriendo los cambios tipicos de esa etapa... y hemos decidido que tal vez ya necesitéis vuestro propio espacio...

-No -dijo Tom rápidamente antes de que Simone continuara.

-¿Qué? -cuestionó Sam. Obviamente ignorando lo que implicaban las palabras de su madre.

-Ella quiere separarnos -dijo Tom. Sam tomó la mano de Tom encima de la mesa y miró fijamente a Simone.

-Únicamente creemos que es hora de que cada uno tenga su propia habitación, eso es todo- intervino ella.

-No quiero mi propia habitación -dijo Sam-. Me asusto.

-Eres demasiado grande para eso -contestó Simone, alzando las manos por encima de la mesa y apretando las manos de sus hijos-. Los dos necesitáis vuestro espacio personal.

-No necesito un espacio lejos de Sam -dijo Tom con vehemencia, apartando su mano de la de su madre.

Simone volvió a poner su mano donde estaba, mirándole y sintiendo su corazón romperse un poquito. Tom estaba mirándole con furia, así como miraba a su padre cuando éste aparecía ocasionalmente para llevarlos a cenar o a ver alguna película.

-Estamos bien juntos -dijo Sam. Su voz no sonaba molesta como la de su hermano, solo muy suave y tranquila. Simone suspiró.

-Chicos, esta no es su decisión.

-¿Por qué? -preguntó Tom-. ¡Es nuestro cuarto y ella es mi hermana!

-No me hables así -exigió Simone en tono cansado. Tom se levantó, su silla sonó ruidosamente.

-¿Por qué siempre tratas de separarnos?… ¿Por qué siempre nos miras así?

El corazón de Simone dolió por Tom.

-Tom, esto no es porque hayáis hecho algo malo.

-¿Entonces, por qué estás haciéndonos esto? -gritó su hijo mayor, cruzando sus brazos y negándose a ver a su madre.

-Tenéis doce años y hay espacio extra -fue todo lo que Simone pudo decir.

-¿Es porque duermo con él? -preguntó Samantha con la voz muy baja-. Ya no lo haré más, lo prometo.

Simone no quería hablar de eso.

-No, Sam, no es por eso.

-Es que tengo miedo -dijo Sam-. Escucho ruidos y no quiero estar sola, a veces pienso que alguien va a entrar en casa, a veces creo que papá va a volver… para llevarnos lejos.

Las lágrimas brillaron en los ojos de Sam y Simone avanzó hacia ella, abrazándola lo mejor que pudo. Pensó con tristeza que, probablemente, no podía estar tan cerca como Tom. Parecía que su pequeña Samantha ya no encajaba en sus brazos, su hija había crecido y cambiado.

-Esta noche -dijo con suavidad-. Esta noche vamos a cambiar a Sam a la habitación de invitados. Está cruzando el pasillo, justo en frente de la habitación de Tom, aún vais a estar juntos.

Tom todavía le estaba mirando con rabia, y Sam se apartó de ella y corrió a situarse a lado de su hermano.

-Mamá -dijo Sam- no quiero eso.

-Gordon va a mover las cosas más grandes, como la cómoda y la cama. -Simone intentó, lo mejor que pudo, de ignorar los quejidos de su hija-. Hay algunas cajas en el garaje para poner las cosas pequeñas.

-Esto apesta -dijo Tom.

-Tom -advirtió Simone y suspiró-. Sammy, puedes decorar tu nueva habitación como quieras.

-Nunca lo voy a hacer -logró decir Sam, llorando un poco, ella y Tom se estaban cojiendo de las manos, otra vez, Simone ni siquiera había notado cuando habían vuelto a estar así. Movió la cabeza y se levantó.

-Voy a dejar que os tranquilicéis. Solo… intentar pensar en esto como algo positivo porque lo es. Todo el mundo necesita su espacio.

-Quiero el espacio de Tom -murmuró Sam entre dientes.

-Lo tendrás, no te preocupes -dijo Tom en voz baja.

-No -dijo Simone alzando la voz-. Esto tiene que parar. Cada uno va a tener su propio cuarto y punto final, las cajas están en el garaje, váis a tener que llenar una de las cajas con ropa y cosas que ya no queráis ¿Entendido?

-¿También vamos a poner nuestra ropa sucia separada? -preguntó Tom apretando los puños con rabia-. ¿Vamos a tener que ir en buses separados a la escuela y sentarnos en diferentes mesas para cenar?

Simone tuvo suficiente.

-Tom Kaulitz, vete a tu habitación y comienza a separar tus cosas de las de tu hermana ahora mismo.

Tom pisoteó el suelo, mostrando su ira y entonces tiró de Sam hacia las escaleras.

-Samantha, quédate -pidió Simone con severidad. Sam miró a Tom y luego a su madre, su rostro mostraba confusión.

-Puedes ir a donde quieras -dijo Tom estrujando la mano de su hermana con fuerza.

-Sam- advirtió Simone, se sentía fuera de control y no le gustaba... Para su gran sorpresa, Sam negó con la cabeza, desobedeciéndole y corriendo escaleras arribas con su hermano.

Se sentó y apoyó su cabeza en sus manos ¿Cuándo había perdido el control? suspiró pesadamente, quizá nunca lo había tenido en primer lugar.

Sam escuchó las escaleras crujir y se tensó, echado en la cama de su nueva habitación. Ésta era muy oscura, mucho más que la anterior donde estaba.

-¿Mamá? -preguntó mordiendo su labio. Nadie respondió pero las escaleras crujieron de nuevo. No podía permanecer ahí…

Salió de su cama y se acercó sigilosamente a la puerta de Tom. Su madre había dicho que no podían compartir el cuarto, pero ella no estaba ahí ahora mismo.

Sam empujó la puerta abierta.

-¿Tom?

Tom se sentó en la cama.

-¿Sam?

-¿Puedo…?

-Por supuesto. -Tom ya estaba moviendo sus mantas y haciendo un espacio-. No pensé que vendrías.

-No podía dormir -respondió ella-. No puedo quedarme.

-Tienes que hacerlo -dijo Tom con tranquilidad-. Vamos, quédate.

Sam negó con la cabeza, aún permaneciendo cerca a la puerta.

-No sabes lo mucho que quiero hacerlo.

-Mamá y Gordon comparten un cuarto.

-Ellos comparten una cama -dijo lentamente Sam-. ¿Y?

Tom se curvó hacia delante con las mantas reunidas en su regazo.

-Te amo, Sam y necesito que estés aquí conmigo.

Sam mordió su labio y se acercó unos pasos.

-Te amo -susurró. Tom sonrió, su estómago se retorcía de emoción.

-Quiero sentirte-

-¿Qué? -preguntó Sam, sorprendida.

-¿Tú no?

-Bueno… sí -contestó Sam, sintiéndose ruborizada. Se acercó en pequeños pasos a su hermano, aún cuando se suponía que no debía- Tanto que duele -Tom tomó la mano de Sam y tiró para acercarla a él.

-Ven.

-Mamá dijo que…

-Ella no tiene que saberlo -interrumpió Tom, suavemente-. Nunca tiene que saberlo.

-Se va a enterar y va a empeorarlo todo -replicó Sam, frunciendo el cejo. Se sentó en la cama, inclinándose hacia su hermano-. Odio esto.

-Solo quédate -susurró Tom, tirando del brazo de Sam y haciendo que se acostase a su lado-. Está bien, estoy contigo, siempre estaré contigo...

-¿Lo prometes?

-Sí. -Sam sonrió y se acomodó cerca de Tom, cerrando los ojos.

-Tengo miedo -murmuró. Y lo tenía, pero ya no tenía miedo de los monstruos de debajo de su cama, o que su padre se los llevara lejos... sino que estaba aterrada de lo que podía pasar si su madre los sorprendía juntos. Tenía miedo, mucho miedo de que la separaran de Tom.

Tom besó su cuello, sintiendo los músculos tensos y cómo si hubiese leido su mente le susurró al oido.

-Tranquila, nadie va a separarme de tu lado nunca...-

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