martes, 18 de octubre de 2011

Capitulo 3.

Tom se movió de nuevo, incapaz de dormir. Estaba solo en su cama y sabía que era tonto, pero no podía dormir sin ella, no estaba asustado ni nada así, sólo se sentía intranquilo, normalmente, a estas alturas Sam ya estaría a su lado, acurrucada contra su cuerpo, respirando en su cara y dandole besos.

¿Por qué Sam no había venido con él? ella casi siempre lo hacía, a menos que mamá estuviera actuando raro otra vez. Algunos días ella tenía esa mirada en los ojos y Sam no podía acercársele más de cinco pasos, pero su madre no había estado en casa todo el día.

Tom frunció el ceño y golpeó su almohada. Necesitaba a Sam para dormir. Justo cuando estaba moviéndose de nuevo para seguir intentándolo, la puerta sonó, abriéndose.

-¿Sam?

-¿Tom?

Tom sonrió a través de la oscuridad.

-¿Dónde estabas?

-Um. -Tom escuchó la puerta cerrarse y luego unos suaves pasos acercadose a su cama, removió las mantas y esperó a que Sam se deslizara a su lado.

-Ven.

Podía oír la respiración de Sam justo a lado de su cama.

-Lamento no haber venido antes.

-¿Está mamá en casa o algo?

-No, no lo creo. -Con cautela Sam se sentó a lado de su hermano-. ¿Estás enfadado conmigo?

-¿Por qué?-

-Porque no he venido antes-

-No, para nada -dijo Tom-. Algunas veces vienes tarde. ¿Por qué?

Sam puso los pies sobre la colcha, aún sin acercarse demasiado a Tom.

-Um -dijo suavemente-. Es algo raro.

-¿Raro cómo? -Tom estaba comenzando a sentirse algo molesto. No le gustaba que Sam le ocultara nada a él-. ¿Qué, Sam? -Se inclinó y puso una mano en la mejilla de su hermana, estaba ardiendo.

-Me siento tonta diciéndotelo-fue la respuesta de Sam mientras acariciaba la mano de Tom-. Solo... siento algo raro aveces.

Tom no entendía.

-¿Pero raro cómo?

-Como... ehm. -Sam se apartó un poco de Tom.

-¿Sam? -Tom pasó la mano por la espalda de su hermana haciendo que ésta se estremeciera.

-Eso -dijo Sam con voz insegura-. Cosas como esa, me hacen sentir... caliente.

-¿Caliente? -Tom gateó fuera de sus mantas y se arrodilló a lado de Sam.

-Mi... -Sam agachó la cabeza y la puso en el cuello de Tom-. Aquí abajo, se pone caliente... y cuándo tu me acaricias siento que me humedezco ¿Sabes? siento cosas que no entiendo y también siento que voy a hacer algo malo, algo que a mamá no le gustaría.

Tom sintió todas las palabras dichas contra su cuello y atrapó a Sam con los brazos.

-¿Te pones cachonda?– Rió un poco.

-No es gracioso -dijo Sam, apartándose.

-No, no -contestó Tom agarrando los hombros de su hermana-. Yo también, me pasa a mí también, me pongo duro todo el tiempo que estás conmigo.

-¿Qué significa eso? -preguntó Sam desplazandose un poco más cerca de Tom-. Me pasa cuando nos besamos por la noche. Y… um, cada vez que pienso en besarte.

-Es normal, creo -respondió Tom-. Pasa en las películas, y nosotros  nos amamos, ¿verdad? -Sam asintió-. Entonces esta bien. -Tom estaba seguro de eso.

-Pero -dijo Sam arrastrando las palabras- a veces me siento tan excitada que casi duele y quiero... frotarme contra ti y que recorras con tu lengua todo mi cuerpo ¿Qué crees que debo hacer?-

Tom sintió su estómago comenzando a doler agradablemente.

-Creo que supuestamente debo de hacer algo al respecto-

Sam dejó salir un largo y caliente suspiro, sintiendo a Tom contra su piel.

-Si haces algo, ¿qué sería?

-¿Estás mojada ahora mismo?-

-Está empezando-

Tom asintió.

-Yo estoy duro desde hace un rato.

Sam hizo un pequeño sonido, temblando ligeramente contra Tom.

-Muéstramelo, quiero verlo.

-Vale-

-No puedo ver nada, está demasiado oscuro-

-Entonces enciende las luces las luces-

Sam se inclinó hacia delante y encendió la pequeña lámpara que estaba a un costado de la cama. Un rayó de luz brotó hacia ellos, y ambos sonrieron. Las mejillas de Sam estaban rosadas y sus manos sudaban un poco.

-Vamos -susurró.

Tom no tuvo problemas con deslizar hacia abajo el pantalón de su pijama, exponiéndose completamente.

Sam jadeó y su reacción inconsciente fue alzar la mano para tocarlo, las yemas de sus dedos rozaron la erección de Tom y ambos gimieron suavemente.

-Ahora tú -dijo Tom estremeciéndose, Sam le estaba tocando con las puntas e sus dedos con delicadeza.

-No puedo con la luz encendida-

-No es justo, necesito verte -dijo Tom, frunciendo el ceño.

-Está bien... pero... -Sam mordió su labio-. Después de que me veas, apagamos la luz... me gusta estar contigo con las luces apagadas.

Tom asintió y Sam cojió la goma de sus pantalones holgados, astaba totalmente ruborizada y sus manos temblaban pero finalmente tiró de sus pantalones y de sus braguitas y los dejó caer al suelo, Tom miró fijamente la entrada de su hermana .

-Me encanta -fue todo lo que Tom pudo pensar para decir. Se sonrojó ante sus propias palabras y tocó el muslo de Sam primero-. Me encantas.

Sam sonrió ampliamente.

-A mí me encantas tú, eres tan grande -Tom río.

-Gracias. -Movió sus dedos más arriba de los muslos de Sam, poniéndolos en la cadera-. ¿Qué quieres hacer?

Sam estaba mirando fijamente el miembro de su hermano.

-Quiero que hagas que el dolor desaparezca.

-¿Puedo hacerlo con las luz encendida? -preguntó Tom, sonriendo.

-Tommy...- se quejó retorciendose bajo los brazos de éste.

-Ah, bueno. -Tom se molestó, rodó un poco y apagó la lámpara haciendo que el cuarto cayera en la oscuridad, estaba a punto de quejarse cuando de pronto se vio atrapado por brazos de Sam -Umh...

-¿Puedes tocarme? -La voz de Sam sonó ahogada, conmocionada.

Tom pasó sus manos por la espalda de Sam.

-Si, si puedo. -puso a Sam más cerca de él, bajando las mantas hasta sus pies. La primera vez que su piel desnuda y sus piernas se tocaran, ambos gimieron.

-Ohhh -gimió Sam-. ¿Qué vas a hacer?

Tom hizo lo que sintió que era natural, rápidamente posicionó a Sam debajo suyo, ésta jadeó en sorpresa pero le escantó la sensación de Tom presionándose contra ella.

-Vamos a tener sexo -dijo Tom y agachó la cabeza para besar profundamente a Sam en la boca.

-¿Sexo? -preguntó Sam con la voz titubeante.

-Sí, sexo de televisión -respondió Tom-. Ya sabes... no real. -Tom arremetió contra Sam, su erección frotaba el clítoris de su hermana provocando que los dos sintieran una ola de excitación-. Mierda…

-Dios mío -gimió Sam-. ¿Qué es sexo de televisión?

-Ya sabes, cuando tienen sexo en las películas, no es verdadero -dijo Tom apartando su cuerpo lejos de Sam que hizo un sonido de queja en respuesta e intentó volver a hacercar el cuerpo de su hermano al suyo.

-Tommy, más, más -dijo- Quiero que te frotes más contra mí.

Tom se movió con cuidado hacia abajo y sus cuerpos se deslizaron juntos.

-Uhhh, Sam, estás... tan húmeda.

Sam dejó que un sonido ahogado saliera desde su garganta.

-Lo siento, a veces pasa eso.

Tom río con suavidad.

-¿Es porque te gusto?-

-No lo sé. -Sam suspiró fuertemente y puso las piernas alrededor de la cintura de Tom y volviendo a sentir así la erección de su hermano contra su entrada-. ¿Por qué... se siente tan bien?

Tom se encogió de hombros y siguió embistiendo a Sam.

-Porque eres tú-

-¿Yo?-

-Sam- dijo Tom, agarrando la cara de su hermana con una mano.

-Esto no puede estar bien- Sam arqueó su espalda, friccionándo su feminidad con energía contra el pene de Tom-. Esto se siente demasiado bien, tiene que ser malo.

-¿Por qué?-

-Porque siempre que algo se siente bien... especialmente contigo... es realmente malo -contestó con suavidad. Abrazó a Tom y respiró con brusquedad-. No dejes que esto esté mal-

-Sólo no se le cuentes a nadie -dijo sencillamente Tom, sonriendo contra la piel de Sam -Muévete un poco-

Sam lo hizo y ambos gimieron ruidosamente, Sam contuvo otro gemido y se retorció.

-¿Y si mamá y Gordon están en casa?

-No están-

-Tommy, tócalo, no te detengas pero por favor... tócalo, toca por todos lados.

El estómago de Tom se inundó de calor. Besó a Sam y deslizó su mano entre sus cuerpos.

-Espero que esto esté bien -dijo antes dedeslizar sus dedos entre los muslos de Sam, quién gimió inmediatamente y Tom sintió lo húmeda que estaba.

-¿Estaría… estaría mamá muy molesta? -jadeó Sam, Tom le siguió acariciando aún moviéndose contra ella.

-No lo sé -dijo casi sin aliento.

El cuerpo desnudo de Sam se sentía tan bien contra su miembro, le encantaba la sensación del estómago... La piel de Sam se sentía tan suave y caliente que no podía parar de moverse, algunas veces se había restregado contra las mantas de noche hasta que ya no podía más, pero esto era mucho mejor.

Sam se retorcía debajo de él, sacudiendo la cabeza de un lado hacia el otro.

-Mamá odia cuando nos besamos -dijo, siendo capaz apenas de pronunciar las palabras-. Esto, uh… no le gustaría. Tommy, mm…

Tom ya no estaba escuchando, no le importaba si su madre se enteraba, ella simplemente no lo entendía... ella no sabía como Tom se sentía, como Sam se sentía, Simone no entendía que ellos estaban enamorados... Ella no era capaz de creerlo.

-Shh -dijo Tom al oído de Sam- Ella nunca lo va a saber- Besó el lóbulo de la oreja de Sam y se detuvo-. Es decir, ¿quieres que pare?

Sam sintió pánico por un momento, aproximó a Tom a su cuerpo, poniendo sus manos en su la espalda y apretándolo contra su cuerpo.

-Tommy, no. No. Te amo, no me importa, te necesito tanto, yo no puedo parar, así que tú no lo hagas.

Ambos se movieron uno contra el otro con rudeza.

-Sam, eres tan estúpida -suspiró Tom-. Por supuesto que no puedo parar.

-Esto es increíble -contestó Sam con una sonrisa formada en los labios-. Haces que me sienta tan húmeda... y creo que yo provoco tanta dureza- dijo sonriendo al sentir la gran erección de Tom cada vez más caliente y dura...

-Voy a explotar -dijo Tom. Lamió sus labios, y embistió mas rapido a Sam,  ésta sollozó, poniéndose rígida y corriéndose en el estómago de Tom que se quedó mirando a su hermana fijamente con los ojos muy abiertos, retirando su cuerpo-. Mierda, mierda. ¿Estás bien?

-Lo he hecho en tí, perdón -susurró, sentía su cuerpo sin fuerza, estaba temblando debajo de su hermano- Sigue…

-¿Estás segura?

-Quiero que tú lo hagas en mí... ¿puedes?

Tom deslizo su mano por la humedad que había entre sus cuerpos y empujó contra su hermana.

-Sí, uhh, pronto -gruñó poniendo su cara en el cuello de Sam.

-Se siente tan caliente -dijo Sam suavemente y acariciando la espalda de Tom con sus manos- El sexo de películas es muy agradable.

-Mm -murmuró Tom. Sintió la mano de Sam atrapar su erección y gimió, casi mordiendo el cuello de Sam quién oprimió su miembro con demasiada fuerza, casi haciéndole doler-. Ow.

-Lo siento -dijo Sam, tranquilizándose y pasando su mano por el miembro de Tom, apretó la punta húmeda y Tom jadeó ruidosamente- Dios mío.

Sintió a Tom friccionarse contra ella y entonces, un estallido de humedad entre ellos.

Tom y Sam se miraron, mudos, todo lo que Tom sabía era besar a Sam, y la besó tan bien como sabía, lamió los labios de su hermana, adentrándose en sus labios y acariciando con su lengua cada parte de su boca, así como a ella le gustaba, cuando se separó, ambos estaban jadeando aún más.

-Tom, te amo -dijo Sam, arrastrando sus dedos por el desastre entre sus cuerpos- Me hace sentir tan... extraña.

-Excitada -corrigió Tom haciendo que Sam riera.

-Si, excitada  ¿Podemos volver a hacerlo?-

Tom miró el estómago húmedo de Sam.

-¿Ahora?-

Sam se ruborizó y soltó una risita tonta.

-Bueno… quiero decir, tú sabes, en otra ocasión. Pero…

Tom empujó hacia abajo, sintiendo cómo Sam enganchaba las piernas en sus caderas.

-Estás haciendo que se me ponga duro de nuevo, Sam-

Los ojos de Sam se abrieron de ampliamente y arqueó su espalda, frotándose contra Tom como una gata sigilosa.

-¿Esto te lo pone duro? -Tocó la punta del endurecido miembro y Tom jadeó.

-Eres tan perfecta -salió como un suspiró contra los labios de su hermana-. ¿Sam, aún me amas?

Sam besó a Tom apasionadamente.

-Te amo más.

-¿Cómo?

-Cuando me tocas -dijo Sam, sin entender realmente cómo se sentía, hacer todo eso con Tom había logrado que el dolor de parte baja desapareciera, pero que el dolor de su corazón empeorara, sabía que eso significaba que amaba a Tom, pero no sabía por qué también dolía.

-Sam -la llamó Tom, sacandola de sus pensamientos.

-¿Hmm?

-Siento exactamente lo mismo que tú-

Sam sonrió. Mientras tuviera a Tom no importaba el dolor y la angustia.


Una semana después Sam estaba acostada boca abajo sobre la gran alfombra del comedor, hacía los deberes de inglés y tarareaba una canción desconocida.

Desde la entrada del comedor, apollado en el marco de la puerta, Tom observaba a su melliza detenidamente... realmente para él no existía nada en el mundo más perfecto que ella, sus preciosos ojos entre color miel y verde, su pelo rubio que lo volvía loco, la forma en la que mordisqueaba el lápiz y fruncía el ceño cuándo no entendía algún ejercicio era simplemente adorable... y su cuerpo, sólo pensar en su cuerpo provocaba que su miembro se endureciera.

Sonriendo ampliamente al recordar que estaban sólos en casa se acercó a Sam sigilosamente y se recostó sobre el cuerpo de su melliza sin hacerle daño, aunque provocando que ella se diera un pequeño susto.

-Hola princesa- susurró son voz sexy en su oido, Sam sonrió, le encantaba cuándo Tom la llamaba así.

-¿Cuánto tiempo has…?- su respiración se cortó al sentir el endurecido pene de tom entre sus muslos- Oh Dios.

Con una mano Tom apartó los libros de Sam y le dió la vuelta quedando cara a cara con ella.
.
-Te deseo tanto- confesó con los ojos brillantes.

-Quiero chuparla-susurró Sam en los labios de Tom, ambos estómagos se revolvieron de excitación- ¿Tú quieres que te la chupe?

-¿Lo harías? -Tom nunca había pensado en la boca de Sam ahí, sin embargo, ahora parecía  una idea demasiado existente.

-Sí.


Sam sonrió provocadoramente y juntó sus labios con los de Tom en un beso lleno de pasión y amor.


Simone buscaba las llaves dentro de su bolso, siempre era la misma historia, ese bolso parecía no tener fondo, nunca encontraba nada sin embargo le encantaba llevarlo.

Por fin las encontró y abrió la puerta principal, sintió que el viento golpeaba con fuerza en el momento que entró a la estancia, Tom tenía a Sam contra la pared cerca de la televisión con sus manos sosteniéndole con firmeza, sus labios estaban juntos, y no en la manera suave y casta en la que les había visto besarse antes,
Tom estaba presionando los labios de Sam ansiosamente, abriéndole la boca con profundas y hambrientas lamidas y Sam no estaba luchando para quitarse a su hermano de encima, sino que tenía los ojos cerrados y hacía sonidos suaves, satisfechos con cada beso húmedo.

Simone se sintió enferma. Salió del comedor lo más rápido que pudo, dejándose caer pesadamente contra la mesa. ¿Qué era lo que acababa de ver?

-Dios mío -susurró para sí misma-. ¿Cuándo pasó esto?

En el comedor, Sam apartó a Tom, sonriendo y sin aire.

-Tommy -murmuró-. Eso ha estado mal.

-¿Tan malo ha sido? -preguntó Tom, sintiéndose insultado.

-No, quiero decir... No deberíamos hacer estas cosas aquí abajo -contestó Sam riéndose-. Casi te como, estoy hambrienta.

Tom sonrió y mordió juguetonamente a Sam en el hombro, quién en respuesta soltó un gemido y sonrió.

-Voy a ver qué hay para cenar-

-Yo tengo que… ir al baño -murmuró Tom.

-Entiendo... -dijo Sam, mirando su erección con una sonrisa ladeada, se dirigió a la cocina y vio a su madre sentada en la mesa luciendo completamente miserable- ¿Mamá? -Ella levantó la mirada, sorprendida de encontrar ahí a su hija menor.

-Sam…

Sam se mordió el labio, algo pasaba.

-¿Estoy en problemas?-

-Siéntate-

-Bueno -respondió Sam, nerviosamente. Se sentó en la mesa justo al frente de su madre-. ¿Cuál es el problema?

Simone suspiró, estrujando sus manos con preocupación. Miró a Sam, su cara estaba sonrojada y sus labios un poco hinchados y mojados.

-¿Sam has estado mucho a solas con Tom? ¿Es agradable contigo, te trata bien?-

Sam asintió lentamente.

-Claro que sí. ¿Por qué no lo haría?-

-Sam-

-Estamos bien-

-Samantha, dime la verdad -dijo Simone con firmeza-. ¿Tom te hace… cosas? ¿Te toca en sitios que tú no quieres?

-¿Qué? -El estómago de Sam se retorció-. ¿Por qué dices...? ¿Qué?

-Cálmate, cariño -dijo Simone con cansancio-. Solo necesito saber que está pasando-

-Nada está pasando -respondió rápidamente -Nada-

Simone suspiró, Sam parecía a punto de llorar. Puso una mano en su hombro pero ella se apartó.

-Está bien, Sam -dijo-. Voy a calentar algo de lasaña para la cena, ¿de acuerdo?

Ella asintió inexpresiva y se levantó.

-Voy a acabar los deberes-anunció y sin esperar alguna respuesta de su madre salió de la cocina con la cabeza baja.


Tom tocó la puerta de Sam, sintiéndose tonto pero haciéndolo de igual forma. Sam había estado extrañamente callada durante toda la noche, ni siquiera había mirado a Tom durante la cena y su madre había estado igual, ella había desaparecido durante la cena y actuado raro con Gordon, cuando éste había llegado a casa.

Necesitaba saber que estaba pasando.

-¿Qué? -contestó Sam su voz amortiguada por la puerta cerrada. Tom empujó la puerta ligeramente y vio a Sam en posición fetal en su cama.

-¿Sam, estás bien? -Su hermana no respondió y Tom se acercó-. ¿Estás enfadada conmigo?

-No -respondió-. Es solo que…

La cabeza de Simone apareció por la puerta con una extraña mirada en sus ojos.

-¿Tom, listo para ir a dormir?-

Sam se apartó, lejos de Tom y de su madre.

-Umh, sí, supongo.

-Necesito hablar contigo a solas un momento -dijo su madre. Tom frunció el ceño. ¿Qué había hecho de malo ahora?

-Está bien -dijo siguiendo a su madre fuera de la habitación-. Buenas noches, Sam. -Una vez en su habitación, Simone cerró la puerta y se sentó en la cama. Tom se puso a su lado con torpeza-. ¿Mamá?

-Tom. -Ella estaba moviendo nerviosamente sus manos juntas sin mirar a su hijo-. Te vi besando a Sam hoy por la tarde-

Tom se sintió como si le hubieran abofeteado y miró fijamente el suelo.

-¿Y?-

-¿Y? -Simone sonaba molesta ahora-. Se supone que no debéis de hacer eso. Tú lo sabes. -Tom gruñó en respuesta-. ¿Qué más habéis estado haciendo? Necesito saberlo-

-Um-

-¿Estás obligándole a hacer eso? -Simone lo agarró fuertemente, casi sacudiéndole-. ¿Tom?

-Claro que no -respondió Tom con lágrimas formándose en sus ojos-. ¿De qué estás hablando?-

-¿Por qué Tom?-

-Fue algo estúpido -dijo Tom, tratando de apartar la emoción de su voz- Yo sólo quería ayudarla.

Simone sacudió la cabeza.

-¿Ayudarla a qué Tom? dime la verdad-

-¡Ésa es la verdad mamá! Fue una estupidez -mintió Tom- A Sam le gusta un chico de su clase y estaba preocupada porque no sabe besar asi que le enseñé ¡eso es todo! te lo juro mamá eso fue lo que pasó.

-¿Me estás diciendo que esto es todo? -Simone no parecía muy convencida-. ¿Vosotros nunca...? ¿Eso es todo lo que ha pasado?

-Sí, eso es todo -dijo-. Yo no… nosotros, no… -Tom se limpió las lágrimas de los ojos-. Créeme, por favor-

El ceño de Simone se suavizó y acercó a Tom hacia ella.

-Tom, estoy tan preocupada por vosotros dos-

-No lo estés, estamos bien -respondió Tom-. Nunca más voy a hacerlo.

-Porque sabes que está mal, ¿verdad?-

El corazón de Tom se rompió.

-Sí, lo sé. Nunca más voy a…

-Está muy mal que lo hagáis-interrumpió Simone- Ella es tu hermana.

-Lo sé, lo sé -dijo Tom comenzando a sollozar.

-No estés triste -aconsejó Simone abrazando a su hijo-. No estoy enfadada contigo, lo sabes.

-No-

Simone estaba perdida. Simplemente abrazó a Tom más fuerte. Habitualmente Tom no le dejaba ser cariñosa con él.

-Todo va a estar bien, tú sabes que me encanta que seáis tan cercanos, pero necesitáis saber que tipo de amor es el correcto para vosotros-

-No es nada -dijo Tom-. Nunca más va a volver a pasar, mamá... Te lo prometo-

-¿Puedes prometerlo?-

-Sí -dijo Tom muy bajo- Sí puedo.

-Te amo -murmuró Simone besando a su hijo en la frente- Solo estoy cuidando de tí.

-Lo sé-

Simone esperó para ver si a Tom le decía algo más, pero su hijo solo se quedó mirando fijamente el suelo, sin expresión.

Suspiró levantándose y saliendo de la habitación, dio un vistazo a la puerta de Sam y estaba firmemente cerrada, bajó las escaleras intentando no pensar en los mellizoss, pero sabía que no iba a ser capaz, así como también sabía que nunca le podría decir a Gordon.

Nadie podía saberlo.

Un par de horas más tarde, Sam se atrevió a escabullirse, había estado sentada en la oscuridad en su cuarto, esperando ansiosamente el tiempo necesario para ver a Tom, tenía que verlo...

-Tom -susurró cuando llegó a la puerta de su hermano, recordó cuando también solía ser su puerta, la empujó y asomó la cabeza -¿Tom?

Tom estaba acurrucado en su cama, lejos de Sam.

-Qué-

Sam hizo un gesto de desagrado, casi nunca Tom sonaba tan lejano, se aproximó a la cama y gateó, poniéndose a lado de su hermano, Tom se tensó y Sam tocó su hombro con cuidado

-Tom. -Su hermano se contrajo más- Tommy -llamó Sam-. ¿Qué te ha dicho mamá? ¿También te ha preguntado?

Tom se giró y miró a su hermana.

-Ella no quiere que estemos juntos, no sé qué hacer...- admitió

Los ojos de Sam se acostumbraron a la oscuridad y vio las mejillas de Tom atravesadas con lágrimas, y los ojos llorosos.

-¿Qué más? -susurró Sam.

-Creo que lo sabe -dijo Tom con voz miserable- Le conté un cuento sobre que te gusta un chico y yo sólo te estaba enseñando a dar un beso pero no creo que se lo tragara, dijo que estaba mal...

Sam estuvo callada unos minutos con su mano aún descansando en el hombro de Tom.

-¿Lo está?-

Tom se puso boca arriba y quedó mirando el techo.

-Debe estarlo ¿Alguna vez has pensando en eso?-

Sam aspiró profundamente.

-¿Porque eres mi hermano?-

-Sí -respondió Tom- Mamá no lo entiende, nadie lo hará.

Sam sintió que sabía hacia dónde se estaba dirigiendo la conversación.

-Tommy, ¿quieres que... paremos?-

Tom se incorporó y cogió con fuerza a Sam de los hombros, apresándola contra su pecho.

-¿De qué estás hablando? No, Dios Sam, no quiero que nos paremos-

Sam suspiró enormemente aliviada y le devolvió el abrazo de Tom.

-Entonces... ¿Qué hacemos?-

-Tener mucho cuidado -dijo Tom- Nadie debe siquiera saber que queremos estar juntos.

-¿Pero cómo? -Sam estaba comenzando a sollozar, apretando fuertemente a su hermano.

-No lo sé, no lo sé -contestó Tom-. No puedo estar sin ti. -Tom besó el cuello de Sam, forzándolo a echarse a su lado- Necesito esto.

-Está muy mal -dijo Sam devolviendole los besos y  empujando su cuerpo sontra el de Tom- Dios, no me importa-

-Todo va a estar bien -murmuró Tom- Sabes que sí.

Sam asintió y sus labios se encontraron, Tom se posicionó encima de Sam limpiando algunas lágrimas que estaba resbalando por las mejillas de su hermana, Sam suspiró contra la piel de Tom, y lo abrazó muy fuerte, como si temiera que al soltarle desapareciera.

-No me dejes -dijo Sam casi balbuceando y sollozando- No me dejes, ¿vale?

-Por Dios, claro que no Sam, nunca...-

Sam sonrió a pesar de todo y asintió.

-Está bien-

Se besaron y se movieron, con las manos unidas. Ambos sentían sus corazones pesados y rotos, y el dolor había vuelto a sus estómagos.


-No se le podemos contar a mamá -dijo Tom, justo en el oído de Sam mientras se deshacían de sus camisetas.

-No -gimió Sam suavemente, Tom bajó sus pantalones por sus muslos y los lanzó hacia la cama, Sam jadeó y deslizó sus dedos por la cadera de Tom quitandole también el pantalón, su piel se tocó y ambos sonrieron contra los labios del otro.

-Ella no lo va a saber, vamos a tener mucho cuidado-dijo Tom- Te amo pero no se lo cuentes a mamá.

-Te amo -suspiró Sam mientras sus cuerpos desnudos se rozaban entre sí- Oh, Tom…

Tom le sonrió mientras se movían en la oscuridad con toda la vergüenza y culpa olvidadas.


Sam se despertó la mañana siguiente a lado de su hermano, aún estaban desnudos y Sam sentía pánico en su estómago , apenas eran las siete de la mañana pero sabía que debía ponerse su ropa y regresar a su habitación cuanto antes.

-Tommy- susurró, moviendo a su hermano-. Tom…

Tom se alejó y gruñó, entreabriendo un ojo.

-Todavía estás aquí -dijo Tom, con voz ronca por el adormecimiento.

-Me tengo que ir-

-Lo sé-

-Pero quería hablar contigo antes -susurró Sam- para asegurarme de que... aún piensas lo mismo que anoche-

Tom bostezó, sobándose los ojos.

-¿Qué quieres decir?-

-¿Aún quieres estar conmigo?-

Tom atrapó a Sam con un brazo.

-Por supuesto que sí. -tiró de Sam hacia él y puso su cabeza en su cuello- Pero tenemos que tener cuidado. No deberías estar aquí-

-Pero lo estoy -dijo Sam con una pequeña sonrisa, Tom besó su cuello.

-Tengo una idea -comentó-. Pero es algo tonta, así que no puedes enfadarte.

-¿Qué es?

-Es… bueno…

-Solo dímelo-

-Necesito una novia -dijo Tom rápidamente, Sam dejó caer su cabeza y Tom suspiró- No podías enfadarte- advirtió.

-¿Quieres una novia? -preguntó Sam con tono decepcionado,al parecer ella no era bastante para él... Tom acarició el cabello de su hermana, apartándolo de su cara.

-No me entiendes... tú también necesitas un novio-

Sam arrugó su entrecejo.

-Ahora si que estoy confundida-

-Si tu tienes novio y yo novia mamá pensará que nos gustan ellos y no... ya sabes, que nos gustamos entre nosotros-dijo Tom, sonrojándose.

-Te gusto -intentó molestar Sam, Tom puso los ojos en blanco.

-¿Qué opinas?-

Sam se sentó y cojió su pantalón, comenzando a ponérselo.

-¿Quieres que bese a otro chico? -preguntó con la voz en un hilo.

El pensamiento de alguien más besando a Sam hizo que Tom sintiera cómo si le dieran un puñetazo en el estómago.

-No, no, de ninguna manera-

-Yo tampoco quiero que beses a otras chicas -dijo Sam- Solo…

Tom se acercó a Sam y la silenció con un beso corto en los labios.

-No tenemos que besar a nadie, ¿vale? Tal vez únicamente... ¿salir en una cita?-

-¿Nada de besos? -preguntó Sam esperanzada.

-Nada de besos-

Sam sonrió y besó a Tom en la nariz.

-Supongo que funcionará-

-Oye, nada de besos -dijo Tom de broma.

-Cállate -dijo Sam y besó a Tom con fuerza en la boca- Ahora bésame tú.

Tom sonrió y lo hizo.

Capitulo 2.

· Ocho años ·



-Señora Kaulitz, por favor tome asiento -indicó el profesor de los mellizos, mientras se sentaba en su escritorio.

Simone hizo un ligero gesto de desagrado al ser llamada "Sra. Kaulitz"; el divorcio había finalizado meses atrás, pero no dijo nada. Estaba cansada de explicarse ella misma y su situación a extraños.

-Supongo que se estará preguntando por qué le pedí que viniera hoy -dijo el profesor.

-Espero que no sea algo malo -respondió Simone, estrujando sus manos.

El profesor sonrió y aseguró: -Usted tiene dos hijos brillantes y especiales.

Ella suspiró en alivio.

-Gracias, pero no creo que eso sea lo que quiera decirme.

-Samantha y Thomas están rindiendo muy bien para su edad, academicamente quiero decir.. es la parte social en la que estoy un tanto preocupado. ¿Ha notado que tienden a estar un poco… demasiado unidos?

-Sí, son muy cercanos; siempre lo han sido -contestó Simone-. ¿Ese es un problema?

-Creo que es maravilloso que trabajen tan bien juntos y se lleven bien. El problema es que ellos no están interactuando con los demás, y usted sabe que los niños pueden ser crueles.

-¿Están molestando a alguno de mis hijos? -preguntó Simone-. ¿A Sam?

-No, nada de eso. Son los otros niños los que no entienden la relación especial de los mellizos.

-¿Especial? No estoy segura de entender qué quiere decir con eso. -Simone pensó en todas las veces que atrapó a Sam y Tom sentados en la oscuridad; y en la vez que los vio besándose. Su estómago se revolvió.

-Se cojen de la mano, por ejemplo -respondió el profesor-. En sí es normal, muy bonito, pero los niños de la clase…

-Oh -dijo Simone, parpadeando
-No es algo que perturbe la clase, estoy más preocupado por los sentimientos y bienestar de sus hijos. No quiero ser molesto, pero…

-Estoy feliz de que me llamara -interrumpió suspirando, Simone-. Sin darle muchos detalles, quiero decirle que ha habido algunos problemas en casa.

-¿Sí? -Simone frunció el ceño.

-El divorcio fue difícil para ellos, nunca quise que su comportamiento se pusiera extraño.

-Entiendo -El profesor se detuvo, y un silencio incómodo siguió.

-Voy a hablar con ellos -dijo Simone, tratando de controlar las sensaciones de su estómago-. Tal vez puedan… expresarse solo en la casa.

El profesor asintió.

-No quiero que sean blancos de nada.

-¿Qué más hacen aparte de tomarse de la mano? -preguntó Simone.

-Bueno -murmuró en respuesta y bajó la mirada-, supongo que más que todo es la forma en la que se miran, como si solo existieron el uno para el otro; que se tomen de la mano es la única cosa física.

Simone se sintió aliviada.

-Voy a hablar con ellos -repitió.

-Está bien. Creo que hemos terminado aquí, a menos que tenga alguna otra pregunta de lo que están haciendo.

-No -dijo ella, moviendo su cabeza y levantándose-. Le llamaré si algo sucede.

Se despidieron y Simone se marchó sintiéndose casi paralizada. No había sido su imaginación, otras personas lo habían notado. No sabía que hacer o qué decirle a sus hijos. Ambos estaban tan encariñados el uno con el otro, y no pensaba que eso era algo malo. Lo que tenían era hermoso... un poco extraño, quizá.

Debía de hablar con ellos acerca de eso más tarde.

-Samantha, ponte tu pijama-dijo Simone, sentándose en la cama de Tom y ayudándole a encerar sus rastas. Tom había insistido en ponerse así el pelo despues de ver a uno de los compañeros de grupo de Gordon llevando ese estilo. Su primera reacción había sido negarse, sin embargo, Gordon y Tom le habían convencido.

Sam se quejó mientras tiraba de su pantalón.

-¡Mamá, préstame atención!

-Un momento, Sammy -respondió Simone con tono cariñoso. Tom río sin malicia.

-Sammy -repitió con ganas de molestar. Su hermana frunció el ceño.

-Tommy- respondió ella sacandole la lengua.

-Basta -dijo Simone pasando los dedos por el pelo enmarañado de Tom-. Sam, acuestate ya.

-No puedo -contestó Sam haciendo un puchero-. Ni siquiera estoy cansada.

-Yo sí estoy cansado -comentó Tom y se encogió de dolor cuando su madre tiró de una de sus rastas-. ¡Mamá!

-Tú fuiste el que quiso las rastas -dijo Simone con recelo. Terminó con el bote de cera y lo puso en la mesita que estaba entre las camas de los mellizos-. Bien, hora de acostarse.

-¿Nos estás arropando? -preguntó Sam-. Ya no lo hacías desde hacía tiempo.

-Esta noche lo estoy haciendo -dijo Simone con suavidad-. Sammy, ven aquí, siéntate en la cama de Tom.

Sam brincó y se sentó al estilo indio en la parte inferior de la cama de su hermano. Tom se movió para acercárse a su hermana pero Simone se posicionó entre ellos.

-Niños- comenzó a decir nerviosamente -Quiero hablar con vosotros sobre algo.

-¿De qué?- preguntó Tom bostezando

-¿Nos hemos metido en algún problema? -preguntó Sam mordiendo su labio inferior, Simone negó con la cabeza.

-No es nada eso -contestó calmadamente-. Solo quiero hablar con vosotros sobre… como os queréis el uno al otro. -Sam y Tom intercambiaron miradas confusas.

-Yo quiero mucho a Sam -dijo Tom, inflando el pecho un poco.

-Por supuesto que lo haces, cariño -aclaró ella-. Está bien que os queráis tanto cómo lo hacéis, quiero que sepáis eso.

-Estoy enamorada de Tom -dijo Sam de pronto, mirando a su madre en busca de aprobación, Simone frunció el ceño y acarició la mejilla de su pequeña hija.

-No, Sam, no lo estás, únicamente le quieres mucho.

-Amo a Tom así como Gordon y tú os amáis, vosotros estáis enamorados -quiso saber Sam, su voz algo tensa-. ¿Verdad?

La boca de Simone se secó un poco; no sabía como explicar las diferentes clases de amor.

-Gordon y yo nos amamos como lo hacen las parejas -dijo, lentamente-. Así como amas a alguien con quien quieres estar para siempre.

-Yo quiero estar con Tom para siempre -replicó Samantha, frunciendo el ceño.

-Sí, lo sé -contestó Simone-. Quiero decir, nosotros nos amamos como dos personas que quieren casarse.

-¿Cómo papá y tú? -preguntó Tom. Él estaba mirando fijamente el suelo con el entrecejo fruncido.

-Sí.

-¿Entonces por qué se fue si vosotros os amabais? -preguntó Sam.

-Cariño, todo eso es muy complicado -dijo-. Vosotros dos nunca váis a abandonaros… ¿verdad?

-No -dijo Tom, muy serio-. Estoy enamorado de Sam. -Simone suspiró y sacudió la cabeza de nuevo.

-Sois hermanos, y los hermanos no se enamoran.

-¿Por qué? -preguntó Sam.

-Lo estoy -afirmó Tom, confuso-. Sé que lo estoy porque es en serio.

Simone frotó el hombro de Tom.

-Sé que estás hablando en serio, cariño. Estoy feliz de que os tengáis el uno al otro pero tenéis que saber que no todos entienden… Es decir, no quiero que os separéis ni nada. Sé que han sido un par de años difíciles.

-Tommy ha cuidado de mí -dijo Sam cabizbaja-. ¿Se supone que no debe hacerlo?

-Oh, Sammy -susurró Simone, su corazón rompiéndose. Atrajo a su hija para abrazarla y estrujarla fuerte contra su pecho-. No sé como explicaros que lo que estáis haciendo está mal.

-¿Mal? -repitió Tom poniendo una mueca de espanto. Simone se mordió labio con nerviosismo, no había querido expresarlo de esa manera, sin embargo, en el fondo, sí había querido decir eso.

-Realmente no sé qué decir... No puedes besar a tu hermana en los labios, Tom. -Las mejillas de Tom se enrojecieron.

-¿Qué?

-No puedes besar a Samantha en los labios -repitió Simone. Tom agachó la cabeza-. ¿De acuerdo?

-Está bien -murmuró Tom. Sam hizo un puchero.

-¿Por qué no puede?

-Porque se supone que los hermanos no hacen eso -respondió ella, tratando de darle sentido sus palabras-. Pero pueden besarse en la mejillas, eso está bien, niños. También podéis abrazaros y cojeros de las manos pero es mejor si lo hacéis solamente en casa.-Se sentía terrible diciéndole eso a sus hijos, terrible mientras veía sus caras de obvia culpa.

-No quiero hacerlo si está mal -susurró Samantha-. No quiero que estés enfadada conmigo.

Simone cojió una de las manos de Sam y otra de Tom, y las puso juntas.

-Está bien -dijo pacientemente-. Únicamente no quiero que la gente os mire y piense que estáis haciendo algo malo, nadie fuera de esta casa entiende… Tenéis que saber que las personas son crueles y Sam, Tom no puede protegerte de todo.

-Sí puedo -dijo Tom, su mentón tamblaba levemente y una lágrima cayó desde un lado de su ojo, Simone apretujó sus manos juntas.

-Escucharme -les pidió-. No dejéis de quereros el uno al otro. No dejéis de ser cariñosos. Pero de ahora en adelante, por favor, solo hacer esas cosas aquí. -Y con una mueca de dolor, añadió-: Si sentís que queréis, um, besaros… hacedlo en las mejillas. Los hermanos se besan en las mejillas.

Sam estaba temblando, con los ojos muy abiertos y húmedos.

-¿Mamá, estás enfadada con nosotros? pareces triste.

-No- respondió Simone -Sólo no quiero que nadie les haga daño a mis pequeños. -Tom no dijo nada a eso. Simone mantuvo sus manos juntas un rato más y se levantó, besándo a ambos en la cabeza-. Buenas noches, niños.

Samantha asintió y Tom murmuró: -Buenas noches.

Cuando su madre apagó las luces y cerró la puerta, Sam y Tom se sentaron en silencio, unos minutos.

-Sam.

-¿Sí?

-Creo que todavía estoy enamorado de ti.

Sam frunció el ceño y fue hacia su cama.

-Mamá ha dicho que no lo estabas.

-Lo sé… Pero lo estoy. -Tom se tapó con las mantas y miró el techo-. Por lo menos eso creo.

-No quiero que mamá esté enfadada -dijo Sam.

-No tiene que saber nada -fue la respuesta de Tom-. Si no lo sabe, no puede enfadarse.

-Pero ella ha dicho que estaba mal. -Tom se levantó se sentó en la cama se su hermana.

-¿Escuchas siempre lo que mamá dice?

Sama se dió la vuelta, enfrentando a su hermano.

-Sí.

-Tal vez no debas. Quiero darte el beso de buenas noches, solo quiero hacerlo. -Tom se inclinó hacia delante e intentó depositar un beso en los labios de Sam, pero su hermana giró su cabeza y los labios de Tom rozaron la mejilla de Sam-. ¿Sam?

-Así es como se besan los hermanos -dijo ella.

-Pero quiero besarte como se besan mamá y Gordon -susurró Tom-. Así es como te amo, Sam. Mamá no sabe lo que siento.

-Ella siempre lo sabe todo.

-Yo cuido de tí -dijo Tom-. Siempre.

-Pero mamá… -Las manos de Tom tocaron las mejillas de su hermana con suavidad, así como su madre siempre lo hacía.

-Solo… no se le cuentes a mamá.

Sam asintió y giró su cabeza para mirar a Tom. Levantó una mano y pasó los dedos por la mejilla de Tom, cuidadosa como nadie y su hermano sonrió. Estaba oscuro, pero había una estela de luz proveniente de la ventana y Sam podía ver las sombras en el rostro de Tom.

-Tommy -susurró.

-Shh -le respondió Tom. Besó los labios de su hermana cuidadosa y lentamente, y entonces se separó de ella-. Buenas noches.

Sam observó como Tom se levantaba y se dirigía a su propia cama.

-¿Tommy? -dijo de nuevo.

-¿Sí?

-Vuelve- respondió Sam, con suavidad-. Quédate conmigo, tengo miedo.

-No tengas miedo -dijo Tom, pero de todas formas volvió hacia la cama de su hermana y saltó hacia ella-. No voy a dejar que nada te haga daño.

Sam asintió. Ambos sonrieron antes de acomodarse y quedarse dormidos, Sam sobre el pecho de su mellizo.



· Diez años ·


-Mira eso -dijo Sam con los ojos muy abiertos mientras miraba la televisión. Tiró de una de las rastas a la que estaba echándole cera y Tom gruñó adolorido-. Lo siento, pero… uh…

Era bastante tarde y estaban levantados, incluso aunque tuvieran escuela al día siguiente, viendo los canales que su madre seguía olvidando cancelar; y no importaba porque Gordon, ahora su padrastro, y ella, habían ido a cenar con unos vecinos. Tom estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas y Sam estaba detrás de él, en el sillón, con sus piernas a cada lado del cuerpo de su hermano.

-Wow, mira como se besan -dijo Tom-. No puedo esperar para besar a una chica así. Nunca he besado a nadie. -Sam tiró del una de las rastas de Tom a propósito-. ¡Ouch!

-Me has besado a mí, estúpido -comentó Sam, sonriendo de lado-. Y solo tenemos diez años, así que no deberías besar a chicas de ese modo.

-Eso es lo que mamá dice -respondió Tom-. Además, no te he besado así, solo es un beso de buenas noches. -Apuntó la televisión donde se veía a dos personas muy cerca que estaban chupándose mutuamente la cara-. Eso es un beso real. Observa, hay lenguas y toda esa mierda.

-Parece grotesco -dijo Sam, enceró una rasta más, apartando el bote de cera, y dio una palmadita en la cabeza de Tom-. No quieres hacer eso.

-Uh… sí quiero hacerlo.

-¿Por qué? parece húmedo.

-Húmedo está bien -dijo Tom, riendo.

-Hm… -Las manos de Sam acariciaron el cuello de Tom, presionando suavemente. Tom gimió con el toque. Sam nunca podía sentarse con Tom y no tocarle, era imposible. Y a Tom le encataba eso.

-Dame un masaje.

-¿Te duele? -preguntó ella, con un poco de preocupación en la voz-. ¿Es porque anoche te pateé fuera de la cama?

-Quizá -contestó Tom-. Quizá ya no vaya a dormir contigo y los monstruos te vayan a comer -Ambos rieron.

-Tienes que dormir conmigo porque me amas -dijo Sam, poniéndose seria de repente. Tom se giró moviendo las piernas de Sam en el proceso.

-No voy a dejar de dormir contigo, solo estaba bromeando -contestó. Tomó la mano de su hermana y la apretó-. ¿Vale?

Sam sonrió.

-A mamá le gustaría que lo hicieras.

Tom puso los ojos en blanco y centró su atención de nuevo en la pantalla de la TV. Las manos de Sam todavía estaban moviéndose por su cuello y hombro, y sintió las piernas de su hermana a sus costados, más cerca. Tom se inclinó hacia atrás, descansado su cabeza en el estómago plano de Samantha.

-Mira eso -murmuró Tom-. Parece que ni siquiera van a separarse a respirar. -La pareja que esta besándose en la televisión hacía que en el estómago de Tom aparecieran mariposas.

Sam ladeó su cabeza, mirand a la televisión.

-Supongo que están respirando uno del otro, tal vez. -Tom pellizcó la pierna de su hermana.

-No puedes respirar por otro, tonta.

-Oye -contestó Sam-. Sólo era una suposición.

Tom se acurrucó más contra Sam, tomó uno de sus mechones de pelo y lo empezó a enrrollarlo en su dedo indice, dulce y delicadamente. Sam suspiró contenta y apoyó su cabeza contra el hombro de su hermano.

-Tal vez podamos intentar eso -dijo Sam con suavidad-. Solo una vez, así podrás ver como es.

Tom acercó su cara hasta apenas tenerla unos pocos centímetros de la de Sam.

-¿En serio? -cuestionó, ella asintió-. No sé si podrás hacerlo así -dijo Tom, señalando con la cabeza la televisión.

-Puedo hacerlo mejor.

Tom alzó sus cejas.

-¿Ah sí?

Sam sonrió ampliamente y se puso de rodillas, posicionándose en el regazo de Tom, una pierna a cada lado. Los ojos de Tom se abrieron de sobremanera y puso sus manos en la estrecha cintura de su hermana.

-¿Ves? -susurró Sam-. No es tan difícil.

-No lo has hecho aún.

Sam al principio besó sus labios suavemente, como lo hacían cuando era la hora de acostarse, entonces sacó su lengua, apenas rozando la el labio inferior de su hermano. Tom cogió los hombros de Sam y la acostó en el sofá posicionadonse encima de ella.

-Tom, se supone que…

En respuesta, Tom presionó su lengua dentro de la boca de Sam y ambos gimieron. Era húmedo, caliente, y sabroso... se apartaron con un jadeo.

-Quiero… otra vez -pidió Sam.

-¿Sí?

Tom se inclinó hacia delante y Sam asintió. Sus labios se conectaron, con ansia esta vez y Tom recorrió con sus manos la espalda de su hermana, depositándolas justo encima de su cadera. Sam jadeó y abrió la boca invitando a la lengua de Tom, cerró los ojos, como recordaba hacer visto hacerlo a las personas por TV, y elevó su cabeza para que sus labios estuvieran en mejor posición. Tom lamió el borde del labio de Sam, y ésta se sacudió, arrugando la nariz y sonriendo.

-Tommy -susurró Sam-¿cómo sabías que lo hacían así?

-No lo sé, solo quería hacerlo -respondió Tom con tranquilidad-. ¿Otra vez?

-Sí.

Sam se acercó más, su pecho contra el de Tom mientras su él agarraba sus muslos. Nunca habían estado tan cerca antes y estaban excitados y atemorizados. Tom chupó la lengua de Sam dentro de su boca haciendo que gimiera.

-Uhh, Tom.

Sam sonrió y abrazó fuertemente a Tom, escondiendo su rostro en el cuello de su hermano.

-Así- susurró aun en su cuello -es como deberíamos besarnos de ahora en adelante.

Tom se apartó un poco y tomó con sus manos la cara de Sam.

-He cambiado de opinión -comentó con tranquilidad-. Solo tú, no quiero besar a nadie más… Solo a ti.

-Bien. -Sam sonrió ampliamente en respuesta.



Sam suspiró profundamente, moviendose por enésima vez para intentar encontrar la postura adecuada, sintió unas manos moviéndose de arriba a abajo por sus brazos, tranquilizándola, se dió la vuelta quedando cara a cara con su mellizo.

-Te mueves demasiado -susurró Tom.

-No estoy cansada -contestó Sam, pegando sus narices. Besó los labios de Tom con suavidad, lamiendo alrededor de la boca. Había pasado un mes desde que se daban más que un simple beso de buenas noches, y ahora raras veces dormían sin la compañía del otro.

-Mejor descansa ahora -dijo Tom-. Te vi durmiendo en Francés.

-Francés apesta. -Ambos rieron. Tom atrapó con un brazo la cintura de Sam y se acercó más a ella.

-Sí, Francés apesta.

-¿Beso de película? -preguntó. Tom sonrió y besó a su hermana profunda y lentamente, frotando su espalda. Sam jadeó ante el agarre de Tom, sintiendo los dedos de sus pies encogerse-. Estamos volviéndonos muy buenos en esto -comentó, apegándose a Tom-. ¿Te gusta?

-¿Tú qué crees?- preguntó Tom sonriendo provocativamente.

-No lo sé -contestó sonriendo.

Tom apretó otra vez su cintura y la empujó para que quedara boca arriba en la cama, se echó encima de ella y la besó profundamente. Adoraban jugar así, les encantaban las sensaciones suaves, cálidas de las chispas en sus estómagos. Aún eran muy jóvenes para entender lo que estaban sintiendo, lo que estaban haciendo. Todo lo que sabían era que les gustaba y que no podían decirselo a su madre. Ella nunca lo podría saber.

-Tommy -susurró Sam, sintiendo a Tom moviéndose contra su cuerpo-. Tom, para.

-¿Porqué?

Sam miró a su hermano con los ojos muy abiertos, sentía su estómago muy caliente y los dedos de sus pies casi se estaban acalambrando de lo bien que se sentía.

-No lo sé. -Se deslizó por un lado, saliendo de debajo de Tom-. Échate aquí, a mi lado.

Tom se sintió confuso, su propio estómago se sentía revuelto, pero se tranquilizó y se acostó al lado de su melliza mirando fijamente el techo.

-Eso ha sido raro.

-Estoy cansada ahora -dijo Sam, sonriendo un poco-. Has echo que sintiera algo raro en el estómago-

-Creo que eso está bien. -Tom besó el mentón de Sam-. A mí también ha pasado.

Tom apartó el pelo de su cara y se movió para estar más cerca de su ella mientras sonreía en la oscuridad.

-Buenas noches, Sam.

-Buenas noches.



· Doce años ·


Simone estaba en la cocina esperando que los mellizos volvieran del colegio. Estaba pegada al borde del fregadero, concentrada en el agua caliente que caía sobre los platos. Su cabeza estaba hecha un lío porque tenía que hablarles a sus hijos sobre algo. Le frustraba saber que a otros hermanos de doce años les gustaría lo que iba a decir, pero Sam y Tom…

Pensó en el último par de años, en las cosas que accidentalmente había visto. Nada había sido excesivamente alarmante, pero sabía que algo extraño pasaba.

Ese era el único modo en el que podía controlarlos, controlar lo que quizá estuvieran haciendo o no.

Como si de una señal se tratara, la puerta se abrió y sus hijos entraron, caminando con sus manos juntas

-¿Chicos? -De inmediato Tom soltó la mano de Sam y miró al suelo. Simone frunció el ceño y cerró el grifo-. Sentaros porfavor.

Ambos se sentaron, parecían desanimados, como si supieran que era lo que vendría a continuación.

-Solo le estaba cojiendo de la mano -dijo Tom, sin mirar a su madre-. Nadie nos ha visto.

Simone movió su cabeza de un lado a otro.

-Eso no era de lo que quería hablarles.

Tom, al parecer, suspiró de alivio ante sus palabras.

-¿Entonces?

-¿Estamos en problemas de nuevo?- preguntó esta vez Samantha.

-No, es algo bueno -dijo ella, tratando de mantenerse positiva-. Gordon y yo hemos estado pensando que los dos estáis creciendo muy rápido, ya sois unos adolescentes que están sufriendo los cambios tipicos de esa etapa... y hemos decidido que tal vez ya necesitéis vuestro propio espacio...

-No -dijo Tom rápidamente antes de que Simone continuara.

-¿Qué? -cuestionó Sam. Obviamente ignorando lo que implicaban las palabras de su madre.

-Ella quiere separarnos -dijo Tom. Sam tomó la mano de Tom encima de la mesa y miró fijamente a Simone.

-Únicamente creemos que es hora de que cada uno tenga su propia habitación, eso es todo- intervino ella.

-No quiero mi propia habitación -dijo Sam-. Me asusto.

-Eres demasiado grande para eso -contestó Simone, alzando las manos por encima de la mesa y apretando las manos de sus hijos-. Los dos necesitáis vuestro espacio personal.

-No necesito un espacio lejos de Sam -dijo Tom con vehemencia, apartando su mano de la de su madre.

Simone volvió a poner su mano donde estaba, mirándole y sintiendo su corazón romperse un poquito. Tom estaba mirándole con furia, así como miraba a su padre cuando éste aparecía ocasionalmente para llevarlos a cenar o a ver alguna película.

-Estamos bien juntos -dijo Sam. Su voz no sonaba molesta como la de su hermano, solo muy suave y tranquila. Simone suspiró.

-Chicos, esta no es su decisión.

-¿Por qué? -preguntó Tom-. ¡Es nuestro cuarto y ella es mi hermana!

-No me hables así -exigió Simone en tono cansado. Tom se levantó, su silla sonó ruidosamente.

-¿Por qué siempre tratas de separarnos?… ¿Por qué siempre nos miras así?

El corazón de Simone dolió por Tom.

-Tom, esto no es porque hayáis hecho algo malo.

-¿Entonces, por qué estás haciéndonos esto? -gritó su hijo mayor, cruzando sus brazos y negándose a ver a su madre.

-Tenéis doce años y hay espacio extra -fue todo lo que Simone pudo decir.

-¿Es porque duermo con él? -preguntó Samantha con la voz muy baja-. Ya no lo haré más, lo prometo.

Simone no quería hablar de eso.

-No, Sam, no es por eso.

-Es que tengo miedo -dijo Sam-. Escucho ruidos y no quiero estar sola, a veces pienso que alguien va a entrar en casa, a veces creo que papá va a volver… para llevarnos lejos.

Las lágrimas brillaron en los ojos de Sam y Simone avanzó hacia ella, abrazándola lo mejor que pudo. Pensó con tristeza que, probablemente, no podía estar tan cerca como Tom. Parecía que su pequeña Samantha ya no encajaba en sus brazos, su hija había crecido y cambiado.

-Esta noche -dijo con suavidad-. Esta noche vamos a cambiar a Sam a la habitación de invitados. Está cruzando el pasillo, justo en frente de la habitación de Tom, aún vais a estar juntos.

Tom todavía le estaba mirando con rabia, y Sam se apartó de ella y corrió a situarse a lado de su hermano.

-Mamá -dijo Sam- no quiero eso.

-Gordon va a mover las cosas más grandes, como la cómoda y la cama. -Simone intentó, lo mejor que pudo, de ignorar los quejidos de su hija-. Hay algunas cajas en el garaje para poner las cosas pequeñas.

-Esto apesta -dijo Tom.

-Tom -advirtió Simone y suspiró-. Sammy, puedes decorar tu nueva habitación como quieras.

-Nunca lo voy a hacer -logró decir Sam, llorando un poco, ella y Tom se estaban cojiendo de las manos, otra vez, Simone ni siquiera había notado cuando habían vuelto a estar así. Movió la cabeza y se levantó.

-Voy a dejar que os tranquilicéis. Solo… intentar pensar en esto como algo positivo porque lo es. Todo el mundo necesita su espacio.

-Quiero el espacio de Tom -murmuró Sam entre dientes.

-Lo tendrás, no te preocupes -dijo Tom en voz baja.

-No -dijo Simone alzando la voz-. Esto tiene que parar. Cada uno va a tener su propio cuarto y punto final, las cajas están en el garaje, váis a tener que llenar una de las cajas con ropa y cosas que ya no queráis ¿Entendido?

-¿También vamos a poner nuestra ropa sucia separada? -preguntó Tom apretando los puños con rabia-. ¿Vamos a tener que ir en buses separados a la escuela y sentarnos en diferentes mesas para cenar?

Simone tuvo suficiente.

-Tom Kaulitz, vete a tu habitación y comienza a separar tus cosas de las de tu hermana ahora mismo.

Tom pisoteó el suelo, mostrando su ira y entonces tiró de Sam hacia las escaleras.

-Samantha, quédate -pidió Simone con severidad. Sam miró a Tom y luego a su madre, su rostro mostraba confusión.

-Puedes ir a donde quieras -dijo Tom estrujando la mano de su hermana con fuerza.

-Sam- advirtió Simone, se sentía fuera de control y no le gustaba... Para su gran sorpresa, Sam negó con la cabeza, desobedeciéndole y corriendo escaleras arribas con su hermano.

Se sentó y apoyó su cabeza en sus manos ¿Cuándo había perdido el control? suspiró pesadamente, quizá nunca lo había tenido en primer lugar.

Sam escuchó las escaleras crujir y se tensó, echado en la cama de su nueva habitación. Ésta era muy oscura, mucho más que la anterior donde estaba.

-¿Mamá? -preguntó mordiendo su labio. Nadie respondió pero las escaleras crujieron de nuevo. No podía permanecer ahí…

Salió de su cama y se acercó sigilosamente a la puerta de Tom. Su madre había dicho que no podían compartir el cuarto, pero ella no estaba ahí ahora mismo.

Sam empujó la puerta abierta.

-¿Tom?

Tom se sentó en la cama.

-¿Sam?

-¿Puedo…?

-Por supuesto. -Tom ya estaba moviendo sus mantas y haciendo un espacio-. No pensé que vendrías.

-No podía dormir -respondió ella-. No puedo quedarme.

-Tienes que hacerlo -dijo Tom con tranquilidad-. Vamos, quédate.

Sam negó con la cabeza, aún permaneciendo cerca a la puerta.

-No sabes lo mucho que quiero hacerlo.

-Mamá y Gordon comparten un cuarto.

-Ellos comparten una cama -dijo lentamente Sam-. ¿Y?

Tom se curvó hacia delante con las mantas reunidas en su regazo.

-Te amo, Sam y necesito que estés aquí conmigo.

Sam mordió su labio y se acercó unos pasos.

-Te amo -susurró. Tom sonrió, su estómago se retorcía de emoción.

-Quiero sentirte-

-¿Qué? -preguntó Sam, sorprendida.

-¿Tú no?

-Bueno… sí -contestó Sam, sintiéndose ruborizada. Se acercó en pequeños pasos a su hermano, aún cuando se suponía que no debía- Tanto que duele -Tom tomó la mano de Sam y tiró para acercarla a él.

-Ven.

-Mamá dijo que…

-Ella no tiene que saberlo -interrumpió Tom, suavemente-. Nunca tiene que saberlo.

-Se va a enterar y va a empeorarlo todo -replicó Sam, frunciendo el cejo. Se sentó en la cama, inclinándose hacia su hermano-. Odio esto.

-Solo quédate -susurró Tom, tirando del brazo de Sam y haciendo que se acostase a su lado-. Está bien, estoy contigo, siempre estaré contigo...

-¿Lo prometes?

-Sí. -Sam sonrió y se acomodó cerca de Tom, cerrando los ojos.

-Tengo miedo -murmuró. Y lo tenía, pero ya no tenía miedo de los monstruos de debajo de su cama, o que su padre se los llevara lejos... sino que estaba aterrada de lo que podía pasar si su madre los sorprendía juntos. Tenía miedo, mucho miedo de que la separaran de Tom.

Tom besó su cuello, sintiendo los músculos tensos y cómo si hubiese leido su mente le susurró al oido.

-Tranquila, nadie va a separarme de tu lado nunca...-

Capitulo 1.

· Seis años ·

Tom agarró la mano temblorosa de su hermana y la estrechó. Sam se inclinó un poco sobre él y miró fijamente escaleras abajo, con los ojos muy abiertos y sin parpadear, dejando salir un fuerte suspiro.

Ellos estaban peleando de nuevo, y esta vez parecía la peor pelea de siempre porque no era en voz alta.

-¿Por qué están gritando? -preguntó Sam, llevando la manga de su camiseta hasta su nariz y ahogando un sollozo-. ¿Qué está pasando?

-Nada -mintió Tom.

-Nada -repitió-. Está bien.

Tom mantuvo a su hermana muy cerca. Ambos se asustaron cuando escucharon un portazo.

-¡Vas a despertar a los niños! -gritó Simone.

-¡No menciones a los niños ahora! -gritó de vuelta su padre-. Siempre lo haces cuando peleamos.

-¡Nunca estás en casa!

Sam arrimó con violencia su cara contra el cuello de Tom.

-Haz que se detengan.

Tom abrazó a su hermana fuertemente, sin saber como lograr eso.

 -Solo cierra los ojos pequeña- susurró besando su rubia cabellera.

-Los escucho -susurró ella, con los ojos todavía abiertos.

-No tengo razones para estar en casa, tú lo sabes -dijo su padre en voz alta y severa-. Trabajo largas horas para que no tengas que hacerlo tú.

-¡Yo crío a nuestros hijos! -Simone se rindió-. Hago mucho más de lo crees, Jorg, y lo sabrías si siquiera te molestaras en hablarme o preguntarme qué hago o cómo me siento.

-¿Cuándo pasó? -El tono de ella había perdido su furia-. ¿Cuándo dejaste de estar ahí para mí, para los niños… para nuestra familia? -Jorg se mantuvo unos segundos en silencio.

-No lo sé. -Simone suspiró profundamente.

-No esperaba esa respuesta.

Sam se sentó en el duro escalón arrastrando a Tom con ella y miró, con ojos abiertos de sobremanera, las piernas de su padre que estaban a la vista. Unos zapatos fueron calzados, al igual que una chaqueta fue puesta. Él llevaba una maleta.

-¿Adónde vá papá? -preguntó. Tom miró también. Sabía que su padre les estaba dejando.

-A ningún sitio-respondió, abrazando a Sam-. Nadie se está marchando.

-¿Cuándo vas a volver, Jorg? -cuestionó Simone ruidosamente.

Jorg colgó su maleta sobre su hombro, sin ver a los niños arriba de las escaleras que le estaban mirando fijamente, una sollozando y el otro observándole con ojos furiosos, ardientes y los puños cerrados con rabia.

-Esta vez no voy a volver -respondió.

Una vez más se escuchó un portazo y Sam se dobló en el regazo de su hermano, con mocos y lágrimas corriendo por su cara.

-Se ha ido, se ha ido, se ha ido. -Tom acarició la espalda de su hermana, con las manos encogidas.

-Sam, Sammy -dijo-. Él no se ha ido.

-Sí, se ha ido.

-No se ha ido -repitió Tom. Los dos se quedaron quietos un par de minutos, escuchando a su madre moverse en el primer inferior; estaba maldiciendo y soltando débiles sollozos. Sam se apegó aun más a Tom, si es que eso era posible.

-¿Qué va a pasar ahora? -preguntó-. ¿Va a ser diferente?

Sam lloraba sin parar sobre la camiseta de Tom, mientras éste trataba de calmarla.

-Todo va a estar bien.

-¿Cómo?

Tom encogió sus hombros.

-Simplemente va a estarlo.

-Extraño a papá.

-No deberías, él no nos extraña a nosotros -dijo Tom jalando a su hermana aún más cerca-Olvídalo.

-¿Y si mamá se va?

-No lo va a hacer -respondió Tom. Sam frunció el ceño, las lágrimas deteniéndose por un momento.

-¿Tú me abandonarías?

Tom la apretó fuertemente contra su pecho y susurró: -Nunca voy a abandonarte.

-¿Nunca?- preguntó Sam mirando a su hermano con ojos esperanzados.

-Nunca -dijo de nuevo Tom-. Te amo más que papá, más que mamá, más que a nadie.

Sam sonrió un poco, todavía llorando. En su mente todo eso tenía sentido.

-Yo también te amo, Tommy.

Se abrazaron con fuerza, y así fue como Simone los encontró horas más tarde.

Una semana después, Simone llevó algo de ropa recién lavada al salón con la intención de planchar, doblarla y guardarla. Suspiró pesadamente, frotando su frente con el revés de su mano; se sentía cansada y vieja, mucho más de lo que una semana antes hubiera parecido. Muchos días siendo madre soltera había hecho mella en ella.

Puso el cesto de ropa en el sillón y prendió la lámpara… No esperaba ver a los mellizos en el piso, sentados juntos en la oscuridad.

-¿Niños?

-Hola -dijo Sam, despacio. Simone vio que los dedos de sus hijos estaban agarrados con firmeza.

-¿Qué pretendéis? -preguntó lentamente. Sam se acurrucó aún más contra Tom, y éste levantó el mentón y miró a su madre fijamente.

-Nada.

-¿Queréis ir a afuera y jugar? -preguntó Simone. Ambos negaron con la cabeza-. No habéis salido durante todo el fin de semana.

-No quiero salir -comentó Sam-. Estamos jugando aquí.

Simone suspiró. Sus mellizos, usualmente alborotadores, habían estado dóciles y callados desde de que su padre se había ido. Jorg se había ido marchado antes, pero esta vez ella sentía que incluso Sam y Tom sabían que, esta vez, era la definitiva. Su esposo no iba a volver a casa.

-¿Por qué no vais a ver la televisión? -Ninguno de los dos respondió, solo se pegaron el uno al otro un poco más.

Simone entendía que estuvieran tristes y que necesitarían un poco de tiempo para superar lo que había pasado; ella no estaba preocupada. O por lo menos eso era lo que se decía a sí misma.

Se arrodilló y abrazó a sus hijos.

-Está bien, pero la cena va a estar pronto.

Antes de irse encendió las luces del salón. Sam escondió su pequeña cara en el recodo del cuello de Tom, y su hermano la abrazó con fuerza.

Un par de meses pasaron.

Las cosas se habían calmado; Tom y Sam habían aprendido el significado del divorcio. Simone había tratado con ahínco de mantener las cosas lo más normal posible, había tratado de darle a sus hijos amor extra para que el dolor de que su padre les abandonara no fuera tan grande.

Pero no tenía por qué preocuparse.

Parecía que Tom y Sam estaban llenando el vacío con la compañía del otro. Simone seguía encontrándolos abrazados, pegados, acurrucados. Rara vez iban a algún lado solos, y siempre estaban tomados de las manos cuando caminaban.

Pensó que eso era tierno.

Una tarde, Simone tenía una cita con un hombre que había conocido en una exposición de arte, su nombre era Gordon. Él le había hecho sentir valorada otra vez. Llamó a una niñera para los mellizos, se sentía bastante animada no había tenido una noche para ella desde hacía meses. Se arregló, se puso algo de maquillaje y tacones altos. Cuando era hora de irse, fue a la habitación de sus hijos y tomó una bocanada de aire.

Samantha estaba llorando en su cama y Tom estaba abrazándola.

-¿Qué ha pasado? -preguntó inmediatamente, caminando hacia ellos, Sam sacudió la cabeza y le miró con los ojos muy abiertos y brillantes.

-Nada.

-Yo estoy cuidando de ella -le dijo Tom a su madre.

-Amores -inquirió Simone, suspirando un poco y con todos los pensamientos de su cita desechados-. ¿Sammy princesa, qué te pone triste?

Tom abrazó a Sam con hermetismo, casi posesivamente.

-¿Adónde te vas? -preguntó a través del llanto-. ¿Cuándo vas a volver?

Simone se sentó en la cama y trató de poner una mano en el brazo de su pequeña hija, pero Tom la cubrió con su propia mano. Algo se removió en su estómago, Tom prácticamente le estaba mirando con furia.

-Solo voy a salir con un amigo -respondió ella acariciando el rubio cabello de Sam - Voy a volver muy, muy pronto. No me voy a ir lejos… ¿de acuerdo?

-Estoy aquí, Sam, no te preocupes -murmuró Tom desde su posición. Sam sollozó un poco más, derramando lágrimas sobre la camiseta de su hermano.

-Princesa, no os estoy abandonando.

-Está bien si lo haces -comentó Tom. Sam lloriqueó ruidosamente.

Simone los atrajo hacia sí a ambos, poniéndolos incómodamente sobre su regazo. Años antes ella podía protegerlos perfectamente, pero ahora parecía que era Tom el que 'apoyaba' perfectamente a su hermana y nada iba a interferir con eso. Simone besó a los dos en la frente y suspiró de nuevo.

-¿Sabéis? -dijo-. Me alegra mucho que os tengáis el uno al otro porque no siempre voy a estar aquí.

-¿Adónde vas…?

-A ningún lado -respondió rápidamente Simone. Recorrió con una mano el antebrazo tenso de Tom y con cuidado lo retiró de su hermana. Sam puso una mirada de pánico y ella reemplazó el toque con su mano-. Quiero que siempre cuidéis del otro ¿vale?

-Ya lo hago -contestó Tom, inflando un poco el pecho. Su madre sonrió.

-Lo sé, Tom. Eres un maravilloso hermano mayor.

Sam mordisqueó su labio y se inclinó hacia Tom, temblando un poco todavía.

-Está bien si te vas con tu amigo, mamá. Tommy está aquí.

Tom asintió con seguridad.

-Está bien -contestó Simone con delicadeza-. Voy a daros un beso de buenas noches y cuando os levantéis mañana va a haber tortitas.

-Bien- excamó Sam, sonriendo un poco.

-¿De buena calidad? -preguntó Tom.

-De la mejor -contestó, besándoles a ambos y levantándose.

Simone les miró un rato antes de irse. Samantha volvió a ocultar su cara en el hombro de Tom mientras él casi empujó a a su hermana hacia su regazo y se quedaron quietos.

Simone tuvo la seguridad de que ellos no se habían percatado que todavía estaba en la habitación. Movió la cabeza y se giró para irse. Cuando bajaba las escaleras se preguntó cuánto tiempo irían a estar tan cerca el uno del otro; no podían estar así por siempre.

-Nadie lo hace -pensó tristemente.



· Ocho años ·



-¿Cuándo? -preguntó impaciente-. ¿Cuándo, Tommy?

-Pronto. Mamá va a regresar pronto Sam

Los niños de ocho años estaban sentados, en la parte alta de las escaleras, con el pijama puesto y esperando. Su madre había salido a las siete y ya eran las diez. La niñera estaba en el primer piso viendo películas que supuestamente Tom y Sam no deberían ver.

Ambos habían sido llevados a la cama, pero rápidamente encontraron su camino hacia las escaleras, su lugar favorito para sentarse y jugar. Sam tenía en sus manos el viejo gato de peluche, regalo de su padre de cuando era muy pequeña. A Tom le había regalado un perro, pero él ya no lo tenía.

-¿Crees que vaya a traer algo para nosotros?

-Lo hará -respondió Tom con confianza. Su madre siempre les traía algo  de sus salidas con Gordon. Ambos sabían que eran citas, aunque no estaban seguros del todo lo que eso significaba.

Meses antes Simone había llevado a la casa a Gordon y los chicos lo habían conocido. Cenaron y miraron películas y a pesar de que Gordon se fue pronto, había estado de vuelta para el desayuno en la mañana. Sam había pensado que eso era algo raro y Tom le había llamado "tonta", explicándole que Gordon realmente no se había ido.

A pesar de eso, a los dos les agradaba Gordon, siempre estaba sonriendo y llevándoles dulces.

-¿Crees que él vaya a dormir aquí esta noche? -susurró Sam, inclinándose.

-No lo sé, tal vez -contestó Tom-. Lo ha estado haciendo últimamente...

El sonido de la puerta abriéndose le interrumpió, y los mellizos vieron pies moviéndose. Sam reconoció los tacones de su madre.

-Ahí están -dijo Tom con suavidad. Sam asintió. Vieron como Simone pagó a la niñera y Gordon desapareció por un momento.

-¿A dónde a ido? -murmuró Sam. Tom dio a entender que no sabía moviendo la cabeza de un lado a otro.

Minutos más tarde, Gordon volvió carcajeándose.

-Simone, no vas a adivinar lo que estaba puesto en la televisión -dijo aún riendo-. Parece que Alissa olvidó cubrir sus rastros esta vez.

-Dios… ¿Estaba viendo esos canales de nuevo? Continúo olvidándome de cancelarlos -contestó Simone, sonriendo-. En fin, por lo menos es buena con los niños.

-¿Qué es un poco de porno suave un viernes por la noche? -Gordón río de nuevo. Los mellizos le vieron atrapar a su madre en un dramático abrazo.

-¿Quieres quedarte el resto de la noche?

-Cariño, no puedo -respondió Gordon con un gesto de molestia y acariciando su rostro femenino.

Sam se apegó a Tom y su mano fue agarrada por él.

Gordon besó a Simone ligeramente. Ambos escucharon suspirar a su madre con satisfacción.

-Buenas noches -dijo Simone cuando el besó terminó.

-Buenas noches.

Sam y Tom se miraron.

-Corre -susurró Tom.

Con rapidez corrieron hacia su habitación antes de que los atraparan. Sam fue hacia su cama y se puso la manta sobre la cabeza.

-Así que eso es un beso de buenas noches -comentó. Tom río y se sentó junto a ella en la cama quitando la manta de su cara.

-Fue un beso de muy buenas noches-dijo. Ambos soltaron risitas tontas y Sam se cubrió de nuevo-. Sam ¿Sammy?

Sam sacó la cabeza fuera de la manta.

-¿Ah?

Tom se inclinó y con suavidad besó los labios de su hermana.

-Buenas noches.

Los ojos de Sam estaban muy abiertos y su cara sonrojada.

-Buenas noches, Tommy.

Sam se escondió entre sus mantas y se tocó labios, sonriendo.


Sam estaba tranquilamente acostada en su cama, escuchando la suave respiración de su hermano. Tom no lo había hecho esta vez, no le había dado el beso de buenas noches como siempre lo había hecho el último par de meses. Estaba segura de que su hermano estaba enfadado con ella, a pesar de haber pasado juntos el día de buena forma.

Tom dejó salir un pequeño ronquido y Samantha frunció el ceño, sentándose.

-Tommy -dijo casi susurrando.

Solía ser un juego tonto. Se recitaban líneas que habían escuchado a su madre y a Gordon decirse, dándose besos juguetones. Sin embargo, mientras el tiempo pasaba, se había vuelto una cosa más seria. Sam había comenzado a pensar en los besos de buenas noches desde la mañana, y Tom pensaba en maneras creativas de dárselos.

-Tom -dijo de nuevo, esta vez en voz alta. Tom se movió y se frotó los ojos.

-¿Uh?

-¿Estás enfadado conmigo? -preguntó directamente. Tom bostezó.

-¿Uh?

Sam gateó hacia su hermano, cruzando el pequeño espacio que dividía sus camas.

-¿Estás enfadado?

-¿Por qué? -Era realmente difícil despertar a Tom. Sam notó como estaba volviendo a quedarse dormido y le pellizcó-. ¡Ouch!… ¿Qué pasa?

-No me has dado el beso de buenas noches -susurró. Tom se incorporó un poco.

-Lo hice.

-No -dijo Sam-. No lo hiciste… No puedo dormir.

-¿No puedes? -ella asintió e hizo una mueca.

-No, pero me alegra que tú sí puedas -respondió. Tom dibujó una sonrisa en sus labios.

-Sammy, ven.

-Estoy aquí -dijo Sam, casi con un susurro.

-Aquí arriba.

Sam subió a la cama de su hermano y se sentó a su lado. Tom puso una mano en su nuca entrelazó sus dedos con algunos mechones de su pelo.

-¿Buenas noches? -preguntó Sam, insegura.

-Sam-murmuró Tom acercando el rostro de su melliza al suyo y conectando sus labios con los de Sam que sonrió ampliamente mientras se separaban.

-Gracias. ¿Me puedo quedar contigo? Tengo miedo.

Tom hizo un gesto.

-¿De qué?

-Monstruos -respondió en voz baja. Tom se apartó un poco y le hizo espacio a su hermana.

-Solo esta noche -dijo-. Suelo dar patadas -Sam rió.

-Lo sé.

Habían compartido la cama antes, cuando eran más pequeños, y Tom era terrible. Pero esa noche no se movió en absoluto, se acurrucó contra el cuerpo de su hermana y ambos durmieron profundamente.

Estaban ahí de nuevo, sentados en lo más alto de las escaleras, despiertos a horas que no debían. Su niñera, Alissa, los había acostado hacía una hora, pero Tom y Sam se escabulleron momentos después de que ella se fuera.

-Puedo oír malas palabras, creo -dijo Sam mirando fijamente a Tom-. Suenan malas. Esta noche ha puesto el volumen muy alto.

-Quiero ver una de esas películas -fue todo lo que comentó Tom. Cojió la cintura de Sam haciendo que ésta se pusiera más cerca suyo, descansado la cabeza sobre su hombro.

-Estoy cansada -murmuró Sam bostezando-. ¿Cuándo van a volver?

-Mamá dijo que la noche era joven. -Tom bajó la mano hasta la cadera de su hermana-. Tal vez eso signifique que van a venir a casa temprano.

-Creo que escuché el auto.

-¿Estás segura?

La televisión se apagó de inmediato.

-Sip, ella ha apagado la televisión. Ya deben de estar en casa -dijo Sam.

De pronto el sonido de la puerta y las voces familiares invadieron la casa. Sam y Tom miraron los pies y retrocedieron unos pasos para ver a Alissa diciendo adiós con la mano y marchándose. Entonces, Simone y Gordon compartieron un beso, no del tipo que Sam y Tom normalmente veían. No era un beso de buenas noches, eso era seguro. Era más largo. Los mellizos miraron con atención.

-Simone -dijo Gordon, con voz muy seria-. Yo… -Ella lo interrumpió besándole de nuevo, sus manos puestas en su cabello, en sus brazos, en todos sitios.

-¿Están peleando? -preguntó Sam. Tom sacudió la cabeza, silenciandola.

-Estoy tan jodidamente enamorado de ti -suspiró Gordon.

-Oh, Gordon -respondió Simone. Se abrazaron fuertemente y Gordon comenzó a besarle el cuello, sus manos sosteniéndole con firmeza alrededor de su cintura.

-Vamos a la cama -murmuró Gordon. Simone río tontamente, con la cara ruborizada.

-¿Ves? No están peleando; ella está sonriendo -susurró Tom.

-Tengo que ir a ver a los niños -dijo Simone sin aliento. La boca de Gordon atacó su cuello de nuevo, chupando con ahínco. Simone casi cae al suelo, pero él la sostuvo.

-Deben estar bien -dijo entre húmedos besos-. Vamos a la cama, Simone.

-Gordon…

-Por favor, Simone -pidió y acarició sus brazos y ella se rindió.

-Está bien, llévame a la cama. -Se besaron una vez más y abandonaron la cocina agarrados de la mano.

Sam y Tom se miraron mutuamente un poco confusos.

-¿Qué van a hacer? -preguntó la pequeña de los hermanos.

-Creo que van a ir a descansar -contestó Tom.

-No parecían cansados -comentó-. Tal vez nosotros debamos ir a la cama. -Tom asintió. Se levantaron y caminaron hacia su habitación. Inesperadamente Samantha giró hacia su hermano.

-Buenas noches -dijo, sonriendo dulcemente. Tom movió su cabeza de lado a lado.

-Estoy jodidamente enamorado de ti Sam…-

-Oh, Tommy -murmuró Sam ruborizandose. Tom le giñó un ojo y agarró la mano de su hermana, acercandola a él y dándole un beso casto en los labios.
-¿Qué significa "estar enamorados"?- preguntó Tom

Sam bajó la cabeza y frunció el ceño.

-No lo sé. Y has dicho una mala palabra.

-Lo sé. -Tom miró a Sam-. ¿Estoy enamorado de ti?

-Suena bonito -respondió ella con una sonrisa vacilante-. ¿Lo estás?… ¿Qué significa eso?

Tom encogió los hombros.

-Quizá es como cuando mamá nos dice que estamos en problemas… Muy en serio.

-Probablemente.

-Muy en serio -dijo Tom-. Te amo, así, seriamente.

-Yo también -respondió Sam, sintiendo burbujas en su estómago-. Estoy… jodidamente enamorada de ti Tommy.

Tom sonrió.

-Mamá dice nuestros nombres completos cuando está hablando en serio.

-Tom Kauliz -ambos sonrieron bobamente-, no voy a llevarte a la cama porque ya estamos aquí.

-Está bien -dijo Tom, riendo. Besó los labios de su hermana, prolongándolo un poco más de lo usual. Cuando se apartaron sus mejillas estaban rojas.

-Buenas noches.

-Buenas noches, Samantha Kaulitz -contestó Tom, sonriendo. Los dos se fueron a su respectiva cama y se taparon.

En la puerta de la habitación estaba Simone, viendolo todo y tapandose la boca con una mano.

Introducción.

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El amor no es aquello que queremos sentir, sino aquello que sentimos sin querer...
No puedes elegir de quién o cuándo enamorarte, cuándo quieres darte cuenta simplemente ya has caído, ya no puedes apartar los ojos de esa persona... ¿pero que pasa si tu amor es prohibido? si nadie entendiera que le amaras precisamente a él y no a otro ¿qué harías? 



a

Thomas (Tom) Kaulitz.




Samantha (Sam) Kaulitz.








¿Que pasa cuándo te enamoras de alguien de tu propia sangre?... ¿Lo aceptará tu familia? ¿Lucharás CONTRACORRIENTE contra todo y todos con tal de estar con la persona que amas? ¿Y si esa persona es tu hermano mellizo? entonces... ¿que pasaría?








(He leído muchos twincest de Tom y Bill... pero ¿que pasaría si en vez de un gemelo Tom tuviera una gemela (o melliza)? DESCUBRELO AQUÍ)




ADVERTENCIA: esta historia (cómo ya dice el titulo) es HOT, por lo tanto contiene escenas de sexo explícito... si lees, es bajo tu responsabilidad =)










Cristina.